Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Ciclo B. Domingo 6 de junio de 2021

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO. CICLO B. DOMINGO 6 DE JUNIO DE 2021

Ex 24, 3- 8                                           “Esta es la sangre de la alianza que el Señor hace con ustedes”

He 9, 11-15                                        “La sangre de Cristo purificará nuestra conciencia”

Mc 14, 12-16. 22- 26                       “Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre”

EVANGELIO

El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: « ¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?» El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: «¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?» El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario.»
Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen, esto es mi Cuerpo.» Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.»

Comentario

La procesión y el frio

La procesión del Corpus Christi, manifiesta el culto de adoración a Jesús Sacramentado que la Iglesia tributa al Señor, al recorrer las calles de las ciudades. Desde el Siglo XIII comenzará a extenderse esta práctica piadosa, que el Concilio de Trento recomendará muchísimo dos siglos después. Así se expresa:

“Declara además el santo Concilio que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos”. (S.XIII.cap.5.D 878)

Recuerdo hace algunos años, que al participar en este día de la misa con nuestro Arzobispo y luego al iniciar la procesión desde la Iglesia Catedral, recorriendo algunas calles de la ciudad, note de alguna manera la realidad en pequeño, de nuestro mundo y los distintos escenarios y rostros al paso de Jesús Sacramentado que irradiaba su bendición como rayos entre su pueblo. Un grupo de Jóvenes que pasaban con indiferencia, otros que seguían su trabajo, algunos curiosos que observaban lo que sucedía, los que miraban en los balcones, los que se ahuyentaron por el frio, los autos que intentaban pasar casi rosando a los peregrinos. Dentro de esa realidad el Señor Jesús reinaba en una sencilla pero visible custodia, animada por los cantos, las oraciones y la respuesta de los clérigos, laicos y consagrados. La bendición eucarística cerró este día, donde de rodillas reconocimos que tenemos que rezar más en su presencia. Contentos nos retiramos con las palabras de aliento y fervor del Obispo. Esos escenarios y esos rostros son los que también necesitan de Jesús Eucaristía, necesitan de Dios y de la presencia de misioneros y evangelizadores. Al pasar Jesús, nos mostró también la realidad de la vida.

En esta ola polar que atraviesa nuestra ciudad de Rosario, los que más lo sufren, son las personas que viven en la indignante pobreza y los que lamentablemente viven en la calle. Las distintas Iniciativas  de variados grupos, está despertando la solidaridad y la conciencia de la gente para que puedan ayudar. Ya se les está brindando atención médica, comida caliente, baño, cama y un espacio para dormir durante las frías noches. Es de elogiar y también sostener esta movida con nuestros hermanos que viven, por distintas razones en la calle, a veces como si fueran perros sin casa.

Este frio climático de nuestro país, pasó por el siglo XIII en la Iglesia. La diferencia es que no era climático sino espiritual. Por diversas razones la Iglesia estaba pasando por una ola polar en su vida cristiana. Dios, que no quiere que se enfriara la fe, suscito la solemnidad del Corpus Christi para recuperar el fervor eucarístico en su pueblo, a través de algunos sucesos. La visión de Santa Juliana y el trozo negro de una luna llena, que hacía referencia a la fiesta del Corpus que estaba ausente del calendario litúrgico, hasta el milagro de Bolsena, por las gotas de Sangre que brotaron de la hostia y cayeron en el corporal, como la aparición del genio de Santo Tomas de Aquino, que dará un aire nuevo a la teología. Por lo tanto, todo el culto que la Iglesia  tributa a la presencia real, verdadera y sustancial de Jesús Eucaristía, la adoración perpetua, la celebración de la Santa Misa, las oraciones y los cantos, buscan salir de la frialdad del alma y enfervorizar al pueblo de Dios, para que este nuevo fuego llegue a transformarse en catequesis y solidaridad, también con los que pasan el frio real de este mes de junio.

La sangre de la vida

La primera lectura, nos habla de la sangre derramada en el altar de los sacrificios, como en la que fue rociado el pueblo.

“Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar…tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: «Esta es la sangre de la alianza que ahora el Señor hace con ustedes…”

La sangre, signo de vida, era la forma de cerrar un pacto de compromiso real con Dios, a través de la alianza con su pueblo. Esto preparaba la otra sangre, la que Jesús ofrecerá como sacrificio, en el altar de la cruz por la redención de la Humanidad y que se actualiza en la celebración de cada misa, por el ministerio de los sacerdotes. Dice San Pablo en la segunda lectura:

“Cristo, en cambio, ha venido como Sumo Sacerdote de los bienes futuros… entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención eterna”.

Por lo tanto la misa, es sacramento, presencia y sacrificio. La formula de la consagración, palabras de Jesús en la última cena, la nueva pascua, tienen este sentido: “Tomen y coman…tomen y beban”. La eucaristía es sacramento, alimento espiritual, banquete celestial para nuestra santificación. “Porque esto es mi cuerpo…porque este es el cáliz de mi sangre”. La eucaristía es presencia real de Cristo, el mismo con su cuerpo, con su sangre, con alma y su divinidad, está presente en este sacramento que no solo nos da la gracia sino también al autor de toda gracia. “Que será entregado por ustedes…que será derramada por ustedes”. Estas expresiones expresan el carácter sacrificial que tiene la misa, y que renuevan el misterio de amor de Jesús en la cruz.

La secuencia que se pude leer, antes del evangelio, conocida como Lauda Sion, hace un resumen perfecto:

“Lo que Cristo hizo en la Cena, mandó que se repitiera en memoria de su amor. Instruidos con su enseñanza, consagramos el pan y el vino para el sacrificio de la salvación. Es verdad de fe para los cristianos que el pan se convierte en la carne, y el vino, en la sangre de Cristo. Lo que no comprendes y no ves es atestiguado por la fe, por encima del orden natural. Bajo la forma del pan y del vino, que son signos solamente, se ocultan preciosas realidades. Su carne es comida, y su sangre, bebida, pero bajo cada uno de estos signos, está Cristo todo entero. Se lo recibe íntegramente,
sin que nadie pueda dividirlo ni quebrarlo ni partirlo. Lo recibe uno, lo reciben mil, tanto éstos como aquél, sin que nadie pueda consumirlo”

Hoy lamentablemente estamos asistiendo a muchos hechos de sangre, pandillas que por venganza se matan, muertes de personas inocentes por asaltos, sucesos violentos y atroces en las mismas familias. Pero a todo esto se suma los casos de los testigos de Jehová, que por una mala interpretación de algunos textos bíblicos, en sentido fundamentalista, no permiten que a los que confiesan esta secta, no se le administre sangre humana para salvarlos. Aunque la corte de justicia dictamino a favor en un caso, por el pedido de la esposa y la voluntad anticipada del propio esposo, de no suministrarle sangre, no se puede admitir esta petición. Donar sangre es donar vida.

Que esta festividad del Cuerpo y Sangre de Cristo, nos movilice a la adoración, a la entrega por los demás, a mejorar la asistencia y participación en la misa, a ser apóstoles de la eucaristía y  a tener  un corazón solidario, en el mes del Sagrado Corazón y en la pronta colecta anual de Caritas Argentina.

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario