Solemnidad de la Santísima Trinidad. Ciclo B. Domingo 30 de Mayo de 2021

Solemnidad de la Santísima Trinidad. Ciclo B. Domingo 30 de mayo de 2021

Dt 4, 32-34.39-40     “El Señor es Dios, allá arriba, en el cielo, y aquí abajo, en la tierra y no hay otro”

Rom 8, 4-14              “Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios, son Hijos de Dios”

Mt 28, 16-20             “Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

Evangelio

Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado. Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron.

Acercándose, Jesús les dijo: «Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.»

Comentario

El Dogma de la Santísima Trinidad

Concluido el Tiempo Pascual, después de la Solemnidad de Pentecostés, iniciamos el Tiempo Ordinario o tiempo durante el año, que abarcará hasta la Solemnidad de Cristo Rey, domingo 34º. Es el tiempo del Espíritu y de la Iglesia.

Junto con esta celebración, están unidas a la Santísima Trinidad, como fuente de Verdad y de Vida, la Celebración del Corpus Christi, el próximo domingo y la del Sagrado Corazón de Jesús, el viernes posterior al Corpus.

Entrando en la riqueza de las lecturas, el primer texto del libro del Deuteronomio, presenta la revelación del único Dios que recibió el Pueblo de Israel, sobre los otros pueblos pagano e idólatras,  y como admiró las maravillas que obró para liberarlo y salvarlo. De este modo reconocieron que no hay otro Dios, fuera de El. Así lo expresa la primera lectura:

“¿O qué dios intentó venir a tomar para sí una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios, combatiendo con mano poderosa y brazo fuerte, y realizando tremendas hazañas, como el Señor, tu Dios, lo hizo por ustedes en Egipto, delante de tus mismos ojos? Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios -allá arriba, en el cielo, y aquí abajo, en la tierra- y no hay otro”.

La tentación de la idolatría, fue algo permanente entre los hijos de Israel, con adhesiones y caídas, fascinados por los cultos a las divinidades, que hicieron abandonar al Dios Verdadero. La tentación de la idolatría esta presente también hoy, en nuestro mundo, en busca de otros dioses. Dice el Catecismo en el Nº 2113

“La idolatría no se refiere sólo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trátese de dioses o de demonios (por ejemplo, el satanismo), de poder, de placer, de la raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc. “No podéis servir a Dios y al dinero”, dice Jesús (Mt 6, 24). Numerosos mártires han muerto por no adorar a “la Bestia” (cf Ap 13-14), negándose incluso a simular su culto. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunión divina” (cf Gál 5, 20; Ef 5, 5).

Hace muchos años se cantaba una canción, cuyo autor argentino, es Rodolfo Sciammarella (8/10/1942 – 24/06/1973) que decía: “tres cosas hay en la vida, Salud, Dinero y Amor, el que tenga estas tres cosas que le de gracias a Dios”, pero el asunto es que cuando no se las tiene. Aunque estos valores son importantes no se puede construir los pilares de la Vida en base a esto,  tan temporal y pasajero. El misterio de la Santísima Trinidad es la base y el fundamento de nuestra fe. El Compendio de la Iglesia hace un resumen sobre este misterio de la intimidad de Dios

44 ¿Cuál es el misterio central de la fe y de la vida cristiana?

El misterio central de la fe y de la vida cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad. Los cristianos son bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

45 ¿Puede la razón humana conocer, por sí sola, el misterio de la Santísima Trinidad?
Dios ha dejado huellas de su ser trinitario en la creación y en el Antiguo Testamento, pero la intimidad de su ser como Trinidad Santa constituye un misterio inaccesible a la sola razón humana e incluso a la fe de Israel, antes de la Encarnación del Hijo de Dios y del envío del Espíritu Santo. Este misterio ha sido revelado por Jesucristo, y es la fuente de todos los demás misterios.

48 ¿Cómo expresa la Iglesia su fe trinitaria?

La Iglesia expresa su fe trinitaria confesando un solo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las tres divinas Personas son un solo Dios porque cada una de ellas es idéntica a la plenitud de la única e indivisible naturaleza divina. Las tres son realmente distintas entre sí, por sus relaciones recíprocas: el Padre engendra al Hijo, el Hijo es engendrado por el Padre, el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.

49 ¿Cómo obran las tres divinas Personas?

Inseparables en su única sustancia, las divinas Personas son también inseparables en su obrar: la Trinidad tiene una sola y misma operación. Pero en el único obrar divino, cada Persona se hace presente según el modo que le es propio en la Trinidad. «Dios mío, Trinidad a quien adoro… pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora» (Beata Isabel de la Trinidad)

La Iconografía de la Santísima Trinidad

El Espíritu de Dios, nos hace llamar a Dios, Abba, es decir Padre, dice San Pablo en la Segunda Lectura. Esta filiación con la Paternidad de Dios, nos llena de confianza y consuelo. Somos realmente hijos de Dios, pero también amigos de Jesús, y hermanos entre si, como templos del Espíritu Santo. En el bautismo fuimos sumergidos en las aguas de la Santísima Trinidad, y la vida de Dios, comenzó a vivir en el alma del recién bautizado y a tomar posesión o hacer morada en su corazón. La Trinidad no es algo que esta fuera de nosotros esta dentro de nosotros y podemos conversar filialmente con ellas. San Josemaría Escrivá de Balaguer al respecto:

“Aprende a alabar al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Aprende a tener una especial devoción a la Santísima Trinidad: creo en Dios Padre, creo en Dios Hijo, creo en Dios Espíritu Santo; espero en Dios Padre, espero en Dios Hijo, espero en Dios Espíritu Santo; amo a Dios Padre, amo a Dios Hijo, amo a Dios Espíritu Santo. Creo, espero y amo a la Trinidad Beatísima.
Hace falta esta devoción como un ejercicio sobrenatural del alma, que se traduce en actos” Forja 296

La iconografía y el arte Cristiano han plasmado este misterio de la Santísima Trinidad: también en nuestras iglesias. Las tres entradas, las tres puertas, los tres ventanales y a menudo también las tres torres. Por doquier, hasta en los detalles ornamentales, el número tres repetido sin cesar obedece a una idea, a la fe en la Trinidad. Para representar a la Trinidad se adoptó la figura del triángulo. También el trébol sirvió para figurar el misterio de la Trinidad y lo mismo tres círculos enlazados con la palabra Unidad en el espacio central que queda libre por la intersección de los círculos

La Santísima Trinidad es un misterio de Amor: Decía el Papa Emérito, Benedicto XVI, los creyentes pueden conocer, por decirlo así, la intimidad de Dios mismo, descubriendo que él no es soledad infinita, sino comunión de luz y de amor, vida dada y recibida en un diálogo eterno entre el Padre y el Hijo en el Espíritu Santo, como dice san Agustín, Amante, Amado y Amor.

En todo amor siempre hay tres realidades o sujetos: uno que ama, uno que es amado, y el amor que les une. El Dios cristiano es uno y trino porque es comunión de amor. En el amor se reconcilian entre sí unidad y pluralidad; el amor crea la unidad en la diversidad:

Que esta fiesta de la Santísima Trinidad nos lleve a rendir culto y adoración a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, por los siglos de los siglos .Amen

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario