Domingo 11°. Tiempo durante el año. Ciclo B. Domingo 12 junio 2021

Domingo 11º del Tiempo durante el año. Ciclo B. Domingo 12 de junio de 2021

 

Ez 17, 22-24                                      “Yo el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humillado”

2º Cor 5, 6-10                                    “Todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo”

Mc 4, 26-34                                       “El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra”

Evangelio

Jesús decía a la multitud:

«El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha».

También decía: « ¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra».

Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

Comentario

Las parábolas

El evangelio de este domingo, según San Marcos, en su capítulo cuatro, es conocido como el capítulo de las parábolas. La liturgia de la Iglesia ha seleccionado dos de ellas conocidas como la semilla que crece, que solo trae este evangelista, y la del grano de mostaza.

Etimológicamente parábola, proviene del griego, que significa “comparación”.  La parábola es una breve comparación basada en una experiencia cotidiana de la vida, cuyo fin es enseñar una verdad espiritual. No son fábulas ni alegorías porque se basan en un hecho o una observación real o por lo menos verosímil. Jesús utilizó parábolas frecuentemente para enseñar las verdades mas elevadas en una forma que estuviese al alcance de todos. Su enseñanza contrastaba, por su sencillez y sus imágenes, con el estilo complejo de los antiguos filósofos.  La parábola no diluye lo que es profundo sino que acerca al corazón del mensaje por imágenes que ayudan a comenzar a razonar y nos dan una intuición en la que obra la gracia.  Los doctores judíos también utilizaban parábolas, pero Jesús las llevó a la perfección. Sus parábolas sirven para todos en todos los tiempos.  Jesús, después de enseñar al pueblo en parábolas, continuaba enseñando a los discípulos en privado mas directamente y con mas profundidad de lo que era posible para el pueblo. Así los formaba para después encargarlos de divulgar esas verdades.

La parábola ilustra el tema del Reino de Dios, que el Señor viene a inaugurar e instaurar en el mundo, como  un nuevo mensaje y estilo de vida, con la imagen de la semilla de trigo que el labrador siembra en el campo, y sin que se de cuenta comienza a crecer hasta llenarse de granos la espiga, y ya madura esta lista para la cosecha.            Observamos en esta comparación como el mismo Jesús es el grano de trigo, que tiene que morir para dar vida con su resurrección y que como sembrador, ha arrojado en el corazón de los discípulos su palabra y su gracia para que puedan también extender el reino por terreno de esta vida, hasta el tiempo de la cosecha final, cuando el Señor vuelva a recompensar a sus hijos con los dones que les ha dado.

San Pablo en la segunda lectura nos dice justamente, que como peregrinos en esta vida, hacia la patria del Cielo, caminamos en la fe, y todavía no vemos claramente y al final nos tendremos que presentar cara a cara con el Señor. Así se expresa:

Porque todos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba, de acuerdo con sus obras buenas o malas, lo que mereció durante su vida mortal”.

            Este tiempo de la vida, no podemos desaprovecharlo, por eso hagamos todo el bien que podamos con la ayuda del Señor, viviendo en justicia y santidad verdadera. Dice el Salmo de la misa:

“El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano: trasplantado en la Casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios”.

Dios es paciente con su pueblo, y puede hacer resurgir a sus hijos de las cenizas, y de la devastación haciéndolos rebrotar, como habla el profeta Ezequiel desde el Exilio de sus hermanos, con la esperanza del regreso. Nos dice, también expresándose en forma de parábola:

Yo también tomaré la copa de un gran cedro, cortaré un brote de la más alta de sus ramas, y lo plantaré en una montaña muy elevada… Él echará ramas y producirá frutos, y se convertirá en un magnífico cedro. Pájaros de todas clases anidarán en él…. Y todos los árboles del campo sabrán que Yo, el Señor, humillo al árbol elevado y exalto al árbol humillado, hago secar el árbol verde y reverdecer al árbol seco. Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré.

En este texto el cedro, es la dinastía de David, destruida por el Imperio Babilónico, estaba postergada. Dios anuncia una nueva que de esta dinastía sacaría un magnífico cedro, árbol venerado en el Líbano por su majestuosidad y belleza, alusión al Mesías, y a la montaña elevada del calvario.

La semilla de la humildad es la que da frutos. Por eso los árboles frutales son pequeños o bajos y son los que dan más frutos, no así los árboles altos, que representan la soberbia, tiene solo hojas, pero no frutos. Así sucede también en la vida cotidiana.

Una anécdota ilustra el sentido de sembrar semillas de bien, que tendrán una dimensión de eternidad, cuando se realizan en gracia de Dios y por amor a el. Se cuenta que dos personas al llegar al cielo se encuentran que tienen que vivir en dos realidades distintas. Una en un rancho, y otra en un palacio. La pregunta de la primera es porque tiene que estar en esta situación. San Pedro, le responde que lo usted mandó desde la tierra al cielo alcanzó para un rancho, en cambio lo que envío la otra persona alcanzó para un palacio.

La fuerza de lo pequeño

La otra parábola es la del grano de mostaza, semilla pequeña que crece en la cuenca del mediterráneo, planta con propiedades gastronómicas y medicinales, que crece tanto que se nota la desproporción entre la semilla que era y el árbol que surgió. Así fueron los comienzos de la Iglesia, un grupo minúsculo, pequeño, que con la fuerza del Espíritu extenderán las ramas de la predicación y conversión por todo el mundo, donde los pájaros de los distintos pueblos se cobijen bajo la sombra del árbol de la Iglesia. Esto nos habla del valor de las cosas pequeñas, y la potencia que encierra el mensaje de la palabra de Dios, y la fuerza de los sacramentos, que pueden cambiar y transformar a los que entran en contacto con ellas.

Estamos también llamados a sembrar, esas pequeñas semillas de caridad, de amor a Dio y al prójimo darán actitudes de servicio, generosidad, entrega, amabilidad, consejo, suplicas, etc. Posiblemente no siempre veremos lo que ocurre con lo que Dios hace en nosotros y a través nuestro por los demás.

A pesar de los pecados del mundo, y de los cristianos, la presencia de la Iglesia en el mundo, ha producido una siembra de santidad, caridad en todos los continentes.

La fuerza de las cosas pequeñas, semillas de bien, producen al tiempo lo que se ha sembrado.  Decía el Santo Manuel González García, fundador de las hermanas Eucarísticas de Nazaret, que la hostia encerraba esto mismo, algo tan pequeño que hace cosas tan grandes.

Sabemos que cuando se queman etapas lógicas de la vida, las cosas no funcionan bien. Ir al ritmo de Dios, al ritmo de la naturaleza, de la normalidad. Esta es la meta empezar con fuerza con cosas pequeñas, con grupos pequeños y ser pequeños. Se lo pedimos de corazón al Señor en este día

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario