Hc 10, 25-26. 34-36. 44-48 «El Espíritu Santo era derramado sobre los paganos”
1º Jn 4, 7-10 “Dios es Amor”
Jn 15, 9-17 “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos”
Evangelio
Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mano. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»
Comentario
Deus Caritas est
Es el título de la primera Encíclica del Papa Benedicto XVI (+), traducida como Dios es amor, texto tomado de la 1° Carta de San Juan (4, 16) y fechada el 25 de diciembre de 2005, en el primer año de su pontificado.
Podemos decir que esta es la buena y gran noticia del Evangelio. Así lo expresa la Encíclica:
“Estas palabras de la Primera carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: « Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él”.
La segunda lectura de la liturgia de la palabra de este domingo nos dice varias cosas con respecto a este tema:
“Amémonos los unos a los otros”
Es el amor reciproco, el amor mutuo, el amor fraterno, el amor como comunión. Hoy algunos han cambiado el amémonos, por el armémonos. Solo el verdadero amor, el ágape, el amor de caridad, sobrenatural, puede vencer el odio, el rencor, el distanciamiento entre hermanos.
“Porque el amor procede de Dios”.
El amor lo ha inventado Dios, y lo ha dado o comunicado al mundo y al hombre. Porque Dios es amor, amor Trinitario, fuimos creado por amor y para el amor. Tenemos esta capacidad de amar, en nuestra vida, que es dar y darse. Hasta el hombre más malo tiene una parte de bondad, de amor. Solo el demonio está fijado en el no amor, aunque haya sido creado libremente por Dios.”
“El que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios”
Este amor está vinculado con Dios, viene de Él, como fuente, como Paternidad. Este ejercicio del amor es dado, como dice el Papa, por eso puede ser mandado. Hay una unidad entre conocer a Dios y amarlo que se hacen necesario.
“El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”
La incapacidad de no amar, o la discapacidad de no amar, es la mayor pobreza del hombre. Cuando alguien se encuentra con el misterio del amor de Dios, lo ha conocido, tiene como fruto la entrega al prójimo como lo vivieron los santos. La mejor definición de Dios, es que es amor, que nos ama. Dios es amor y solo Dios puede amar
“Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él”
El amor no es una entelequia, una utopía, una linda palabra, es una realidad, es una encarnación, es una demostración cotidiana, visible y testimonial. Por eso el sello de que Dios nos ama es que envió a su propio Hijo, para que muriendo en la cruz voluntariamente, y resucitando, tuviéramos vida por el, esa vida, ese amor para poder amar como el nos amo. El amor engendra vida. Así como los esposos son comunicadores de vida y cooperadores con Dios en la trasmisión de la vida humana, también en el amor de amistad hay un círculo, un movimiento vital de amor, que se concreta, como los brotes de las ramas unidas al tronco, en detalles de caridad, de servicio, de donación, de esfuerzo, de sacrificio.
“Este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero”
Dios nos amó primero. Él se anticipa a nuestro amor. Nuestro amor es una respuesta a su don. Si amamos es porque es nos ama primero. El Espíritu Santo, soplo de Dios, es el amor del Padre y del Hijo. Cuando realmente decimos que amamos a Dios es por obra del Espíritu. El amor para que sea autentico tiene que doler, decía la Madre Santa Teresa de Calcuta, Beata
El mandamiento nuevo
La primera lectura presenta la catequesis o predicación del Apóstol San Pedro, en casa del Centurión Cornelio, el primer pagano convertido a la fe cristiana. San Pedro comprende, por iniciativa y luz de Dios, (conversión intelectual) que Dios tiene un corazón para todos. Su amor es salvífico. No se limita solo a los judíos sino que da su Espíritu a los paganos para que se conviertan a Él. Pedro se da cuenta que el amor no tiene fronteras. Por eso bautiza en el nombre de Jesús (conversión pastoral) y de este modo entra en el círculo y la lógica del amor de Dios y abraza a sus nuevos hermanos en la Iglesia. El amor de Dios se extiende, es difusivo
El desafió es permanecer en su amor, como dice el evangelio de este domingo
“Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor”
El permanecer en mi amor, es también permanecer en su amistad. Por eso Jesús, se hace realmente amigo de los hombres, ofrece su amistad a los apóstoles y a todos. No lo llama siervos o servidores, sino amigos. Lo propio de la amistad de Jesús es dar la vida, mantener una amistad sincera, y dar a conocer las cosas de su Padre. En la tradición judía era común que los discípulos eligiesen a sus maestros. Jesús es el que lo eligió a los apóstoles para estar con Él,, prepararlos y enviarlos a predicar, de manera que dieran mucho fruto, frutos de apostolado y entrega.
Dice una canción que amar es darlo todo y darse a uno mismo. Es dar y darse, pero como Jesús, como yo los he amado. Esta es la referencia. Al Señor hay que mirar e imitar, pidiendo su gracia, su auxilio divino. La medida del amor es amar sin medida.
De una manera hermosa dirá el querido Beato Papa Juan Pablo I, en la catequesis sobre la caridad, el 27 de septiembre de 1978
“Amar significa viajar, correr con el corazón hacia el objeto amado. Dice la Imitación de Cristo: el que ama currit, volat, laetatur, corre, vuela, disfruta (I. III, cap. V, 4).
Amar a Dios es, por tanto, viajar con el corazón hacia Dios. Un viaje precioso. De muchacho me entusiasmaban los viajes narrados por Julio Verne («Veinte mil leguas de viaje submarino», «De la tierra a la luna», «La vuelta al mundo en 80 días», etc.). Pero los viajes del amor a Dios son mucho más interesantes. Están contados en las vidas de los santos. Por ejemplo, San Vicente de Paúl, cuya fiesta celebramos hoy, es un gigante de la caridad: amó a Dios como se ama a un padre y a una madre; él mismo fue un padre para prisioneros, enfermos, huérfanos y pobres. San Pedro Claver, consagrándose enteramente a Dios, se firmaba “Pedro, esclavo de los negros para siempre”.
El viaje comporta a veces sacrificios, pero éstos no nos deben detener. Jesús está en la cruz: ¿lo quieres besar? No puedes por menos de inclinarte hacia la cruz y dejar que te puncen algunas espinas de la corona, que tiene la cabeza del Señor (cf. Sales, Oeuvres, Annecy, t. XXI, pág. 153)…
Por amor vuestro amo al prójimo. Estamos aquí ante dos amores que son «hermanos gemelos» e inseparables.
A algunas personas es fácil amarlas; a otras, difícil; no nos resultan simpáticas, nos han ofendido y hecho daño; sólo si amo a Dios en serio, llego a amarlas, en cuanto que son hijos de Dios y porque Dios me lo pide. Jesús ha señalado también cómo amar al prójimo, o sea, no sólo con el sentimiento, sino también con las obras. Éste es el modo, dijo. Os preguntaré: tenía hambre en la persona de mis hermanos pequeños; ¿me habéis dado de comer cuando estaba hambriento? ¿Me habéis visitado cuando estaba enfermo?” (cf. Mt 25, 34 ss.)
El mandamiento nuevo, no solo contrasta con el viejo, odiar al enemigo, sino también se trata ahora en el modo de amar. “Como El nos amó”. Hacer todo y ofrecer todo por amor a Dios y al prójimo. Este amor es circular, comienza en Dios, nace de Él, llega a nosotros para darnos la fuerza para amar, y se entrega al prójimo, para que luego vuelva Dios como fruto de su don.
En la Argentina, había un maestro o Gurú Oriental, que se hacía llamar Maestro Amor, y muchos fueron cautivados por su palabra y mensaje. Pero los hechos demuestran lo contrario. Está acusado de abuso a menores. Ni el desafiante y atrevido nombre, fue suficiente para vivir coherentemente. El mandamiento nuevo, se encarna en la vida de todos los días. Jesús no definió el amor, lo demostró. Que lo hagamos también nosotros
En la Argentina está el proyecto la ley de la muerte digna, camuflada como eutanasia cuando se deja sin efecto la alimentación e hidratación del paciente, y la ley de identidad de género, que permitirá a toda persona rectificar en los registros públicos el sexo, imagen y nombre de pila con el que fueron inscritos al nacer cuando no coincidan con la identidad de género autopercibida.
El amor por la vida en todas sus etapas y el amor por la identidad van en otra línea con lo que dice el evangelio.
Pidamos a Dios que podamos vivir cada día el mandatum novum.
Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario