Solemnidad de la Ascensión del Señor. Domingo 12 de mayo de 2024

58º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

Hc 1, 1-11                                                      “Lo vieron elevarse”

Ef 1, 17-23                                                     “Lo hizo sentar a su derecha en el cielo”

Mc 16, 15-20                                                 “Fue llevado al cielo”

Evangelio

Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo:

«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.»

Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.

Comentario

El monte de la Ascensión

            “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”, reza un famoso dicho popular. Esta solemnidad de la Ascensión se celebra 40 días después de la pascua, como narra el libro de los Hechos de los Apóstoles, que cae justamente un día jueves, y en algunos países se festeja ese día como precepto (en Estados Unidos de Norteamérica). Para la facilitar la participación de los fieles, se ha trasladado al domingo siguiente.

            Narra el Padre José Luis Martín Descalzo (+) en su libro “Vida y Misterio de Jesús de Nazaret” (tomo III. Pág. 429) lo siguiente con respecto al lugar donde Jesús subió a los cielos:

            “Todos los años en la víspera de la Fiesta de la Ascensión, la cima del monte de los Olivos (en Jerusalén, donde se supone que Jesús subió a los Cielos, según Hc 1,12) se ve inundado de alegría…cientos de Cristianos suben a festejar el triunfo definitivo de Cristo, su marcha gloriosa a los cielos… en la ladera del monte se pueblan de tiendas de campaña para pasar la noche…arden hogueras en torno al templete que fuera en tiempos iglesia cristiana y es hoy mezquita musulmana…todos saben que aquí, en este sitio, se alejó el Señor de la vista de los suyos…En ese preciso lugar se levantó en el Siglo IV una basílica…y San Jerónimo dice que era de forma redonda, y tenía el techo abierto para que los fieles, en sus plegarias pudieran contemplar el cielo en el que Jesús se perdió…

            La tradición reconoce en la Mezquita, la roca desde donde Jesús subió a los cielos, conservando la pisada del pie derecho.

            En el relato de San Marcos, se dice que Jesús “fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios”. De una manera sencilla, explica esto el Papa Benedicto XVI (+) (Homilía de la Ascensión; 24 de mayo de 2009)

“La Ascensión de Cristo significa, en primer lugar, la toma de posesión del Hijo del hombre crucificado y resucitado de la realeza de Dios sobre el mundo.  Pero hay un sentido más profundo, que no se percibe en un primer momento. En la  página de los Hechos de los Apóstoles se dice ante todo que Jesús «fue elevado» ( Hch 1, 9), y luego se añade que «ha sido llevado» ( Hch 1, 11). El acontecimiento no se describe como un viaje hacia lo alto, sino como una acción del poder de Dios,  que introduce a Jesús en el espacio de la proximidad divina. La presencia de la nube que «lo ocultó a sus ojos» ( Hch 1, 9) hace referencia a una antiquísima imagen de la teología del Antiguo Testamento, e inserta el relato de la Ascensión en la historia de Dios con Israel, desde la nube del Sinaí y sobre la tienda de la Alianza en el desierto, hasta la nube luminosa sobre el monte de la Transfiguración. Presentar al Señor envuelto en la nube evoca, en definitiva, el mismo misterio expresado por el simbolismo de «sentarse a la derecha de Dios». En el Cristo elevado al cielo el ser humano ha entrado de modo inaudito y nuevo en la intimidad de Dios; el hombre encuentra, ya para siempre, espacio en Dios. El «cielo», la palabra cielo no indica un lugar sobre las estrellas, sino algo mucho más osado y sublime: indica a Cristo mismo, la Persona divina que acoge plenamente y para siempre a la humanidad, Aquel en quien Dios y el hombre están  inseparablemente unidos para siempre. El estar el hombre en Dios es el cielo. Y nosotros nos acercamos al cielo, más aún, entramos en el cielo en la medida en que nos acercamos a Jesús y entramos en comunión con él”.
           

            Podemos concluir esta primera parte, con el resumen que trae el catecismo de la Iglesia Católica sobre el misterio de la Ascensión del Señor, (C.I.C. 665-667) que rezamos en el Credo

La ascensión de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jesús en el dominio celeste de Dios de donde ha de volver (cf. Hch 1, 11), aunque mientras tanto lo esconde a los ojos de los hombres (cf. Col 3, 3).

Jesucristo, cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso del Padre para que nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos en la esperanza de estar un día con Él eternamente.

Jesucristo, habiendo entrado una vez por todas en el santuario del cielo, intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos asegura permanentemente la efusión del Espíritu Santo.

Ascensión y Comunicación

            La fiesta de la Ascensión nos prepara también para la Solemnidad de Pentecostés. Antes de enviar el Espíritu Santo, los apóstoles están reunidos en oración, junto a María Virgen. Necesitamos orar antes de misionar, para anunciar con la fuerza del Espíritu el mensaje del Señor.

            Las despedidas humanas suelen ser emotivas y tristes. Los saludos y las lágrimas se pierden cuando alguien se encamina a un largo viaje, con posibilidades de no regresar. Pero no sucede así con Jesús. Dice el Salmo 46 de la Misa:

El Señor asciende entre aclamaciones…canten, canten a nuestro Dios…El Señor reina sobre las naciones, el Señor se sienta en su trono sagrado”

            Lo que parece una despedida, la ausencia visible del Señor, se convertirá en una presencia nueva. Jesús concluyó su tarea de predicación en esta tierra. Ahora viene la misión de la iglesia.

            San Ambrosio dirá: “Bajó Dios, subió hombre”. San Agustín es más expresivo: “El no abandonó el cielo al bajar hasta nosotros, ni tampoco se alejó de nosotros cuando de nuevo subió al cielo”

            La llamada a la Nueva Evangelización compromete el modo de transmitir el mensaje, siendo fieles a la doctrina. El Papa Francisco nos deja para la 58º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales un mensaje para este año, con el lema: “Inteligencia artificial y sabiduría del corazón para una comunicación plenamente humana”. Destacamos para concluir algunos pasajes destacados:

Interrogantes para el hoy y para el mañana

Así pues, surgen espontáneamente algunas preguntas: ¿cómo proteger la profesionalidad y la dignidad de los trabajadores del ámbito de la comunicación y la información, junto con la de los usuarios de todo el mundo? ¿Cómo garantizar la interoperabilidad de las plataformas? ¿Cómo garantizar que las empresas que desarrollan plataformas digitales asuman la responsabilidad de lo que difunden y de lo cual obtienen beneficios, del mismo modo que los editores de los medios de comunicación tradicionales? ¿Cómo hacer más transparentes los criterios en los que se basan los algoritmos de indexación y desindexación y los motores de búsqueda, capaces de exaltar o cancelar personas y opiniones, historias y culturas? ¿Cómo garantizar la transparencia de los procesos de información? ¿Cómo hacer evidente la autoría de los escritos y rastreables las fuentes, evitando el manto del anonimato? ¿Cómo poner de manifiesto si una imagen o un vídeo retratan un acontecimiento o lo simulan? ¿Cómo evitar que las fuentes se reduzcan a un pensamiento único, elaborado algorítmicamente? ¿Y cómo fomentar, en cambio, un entorno que preserve el pluralismo y represente la complejidad de la realidad? ¿Cómo hacer sostenible esta herramienta potente, costosa y de alto consumo energético? ¿Cómo hacerla accesible también a los países en desarrollo?

A partir de las respuestas a estas y otras preguntas, comprenderemos si la inteligencia artificial acabará construyendo nuevas castas basadas en el dominio de la información, generando nuevas formas de explotación y desigualdad; o si, por el contrario, traerá más igualdad, promoviendo una información correcta y una mayor conciencia del cambio de época que estamos viviendo, favoreciendo la escucha de las múltiples necesidades de las personas y de los pueblos, en un sistema de información articulado y pluralista. Por una parte, se cierne el espectro de una nueva esclavitud, por la otra, una conquista de la libertad; por un lado, la posibilidad de que unos pocos condicionen el pensamiento de todos, por otro, la posibilidad de que todos participen en la elaboración del pensamiento.

La respuesta no está escrita, depende de nosotros. Corresponde al hombre decidir si se convierte en alimento de algoritmos o en cambio sí alimenta su corazón con la libertad, ese corazón sin el cual no creceríamos en sabiduría. Esta sabiduría madura sacando provecho del tiempo y comprendiendo las debilidades. Crece en la alianza entre generaciones, entre quienes tienen memoria del pasado y quienes tienen visión de futuro. Sólo juntos crece la capacidad de discernir, de vigilar, de ver las cosas a partir de su cumplimiento. Para no perder nuestra humanidad, busquemos la Sabiduría que es anterior a todas las cosas (cf. Si 1,4), la que pasando por los corazones puros hace amigos de Dios profetas (cf. Sab 7,27). Ella nos ayudará también a orientar los sistemas de inteligencia artificial a una comunicación plenamente humana.

Pidamos al Señor ser instrumentos dóciles y oportunos para anunciar el Misterio de Cristo en medio del mundo con las herramientas de los Medios de Comunicación

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario

Comentario breve

«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará” Mc 16, 15ss       

Domingo de la Ascensión del Señor. Ciclo B

Las despedidas son emotivas y difíciles. La despedida de Jesús de sus discípulos fue muy particular. Ellos quedaron sorprendidos, emocionados y entristecidos.

Jesús, se va, asciende al cielo, pero se queda de un modo nuevo, no visible. “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo”

No solo es importante creer que Jesús se va, sino también, que deja. Nos preguntamos ¿Que dejó el Señor en esta tierra? Podemos remarcar cinco puntos:

  1. Su testimonio: Los treinta y tres años de vida del Hijo de Dios, marcaron a fuego la historia
  2. Su Palabra: Aunque Jesús no escribió nada, si escribió en el corazón de sus discípulos, para que ellos redactaran lo esencial de su testimonio, plasmado en los Evangelios
  3. Sus Signos: Gestos proféticos, sacramentales y milagros
  4. Su comunidad. Un grupo de discípulos, que estuvo formando tres años, para que puedan continuar su obra. Vivir el ideal del amor a Dios y al prójimo. Es hoy la tarea de la comunidad eclesial
  5. Su Espíritu: Su mandamiento nuevo puede ser una frase muerta sino esta animada por la fuerza del Espíritu Santo que prometió Jesús enviar a su Iglesia y transformó a los discípulos

Jesús, abre definitivamente las puertas del Cielo, y nos prepara un lugar, nos espera. Por lo tanto, el Cielo es Jesús y el cielo en la tierra es estar siempre en comunión con Él y su Iglesia.

Jesús, regresa o vuele a la Casa del Padre, para interceder constantemente por nosotros, como Sacerdote Eterno, librándonos del pecado, y darnos su salvación

Jesús nos bendice como lo hizo con sus discípulos, con sus dones, especialmente con el don de su Espíritu.

Jesús envía a los discípulos y les dice y nos dice a todos: “vayan, anuncien, bauticen”. Necesitamos comunicar con claridad, caridad y celeridad, el mensaje a todos.

“Levantemos el corazón”, reza la oración de la Liturgia de la Misa.

“Lo tenemos levantados hacia el Señor” es la respuesta de la Asamblea. Que pidamos esto y pongamos lo nuestro para vivirlo, es un modo de encarnar la Ascensión del Señor.

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario