Domingo 4º de Adviento. Ciclo C. Domingo 19 de Diciembre de 2021
Miq 5,2-5 «De ti saldrá el que sea dominador de Israel»
Hb 10,5-10 «Heme aquí que vengo para hacer, oh Dios, tu voluntad»
Lc 1,39-45 «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre»
EVANGELIO
39 En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. 40 Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. 41 Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, 42 exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! 43 ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? 44 Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. 45 Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
Comentario
María partió y fue sin demora
Después que la Virgen María, recibe la visita del Ángel Gabriel, y le comunica el milagro que realizo también Dios en su prima Isabel, la que era estéril, ya estaba de seis meses, ella va ahora a concretar su visita, como la del mensajero de Dios, partiendo sin demora, no porque dudara del anuncio recibido sino porque la caridad la impulsaba, a socorrer y felicitar a la que iba a ser Madre como ella.
Cuando María dijo su Fiat, su hágase, su si a Dios, no podía faltar su otro si, al prójimo, al necesitado, saliendo al encuentro de quien había recibido también la visita anterior del Ángel. Por lo tanto se podría hablar dentro de este contexto que trae San Lucas, de tres visitas: A Isabel, a la Virgen de parte del ángel y de la María a la casa de su parienta.
Dejando otros quehaceres, y cualquier otra excusa, parte haciendo un recorrido, que los autores y la tradición, indicaban de 150 Km., saliendo de Nazaret, unos cuatro días de camino, a un pueblo de la montaña de Judá, que es probable que sea Ain- Karim. También se puede pensar, y así lo atestiguan algunas pinturas religiosas, que conociendo las dificultades del trayecto, no fuera sola, sino acompañada de San José, unidos a caravanas de peregrinos que se dirigían a Jerusalén.
María, inspira las futuras procesiones eucarísticas, ya que lleva en su seno purísimo a Dios encarnado. María, como Madre, va a visitar a otra madre. También nos deja este pasaje el sentido sagrado de la vida desde la concepción, hoy tan amenazado y brutalmente cometido con la vida naciente a través del crimen del aborto. María es madre protectora e intercesora de la vida
María, es la primera discípula de Dios, y la primera misionera, que sale de su casa para llevar la buena noticia de la salvación, este secreto divino que se va a ir extendiendo por el pueblo.
Nosotros, nos estamos preparando en este adviento para recibir la visita histórica y la visita de gracia del Señor, al mundo y a los corazones que deseen recibirlo. Que nos dispongamos como Santa María y Santa Isabel a la sorpresa de Dios y podamos ser mensajeros de la esperanza y alegría, del Señor que esta entre nosotros. Este es el segundo misterio gozoso que se contempla en la oración del rosario. La alegría del servicio, de la disponibilidad, de la caridad desinteresada. El misterio es que Dios, vive en su nueva casa, que ahora no es de piedra, como el templo de Jerusalén, sino el vientre santísimo de la Virgen.
Un desafío, una tarea, un propósito, imitando el ejemplo de este pasaje del evangelio de la visitación. Visitar a los no visitados. Y tenemos un abanico de posibilidades, sea con lo enfermos, los amigos, los vecinos, los parientes, los que estamos distanciados. Cada uno y cada una, puede pensar y meditar a quien y adonde se podrá efectivizar esta meta de la cercana Navidad
El saludo de María
Apenas llego la Virgen, que protagoniza la escena, a la casa de Zacarías, saludo a Isabel, posiblemente con el saludo hebreo tradicional de Shalom, de la paz, y la alegría de estar con su parienta. Pero se produce otro saludo, inspirado por el Espíritu Santo, que se transforma en suplica y oración, acompañado por otra gran signo, el niño Juan, salta de alegría ante la presencia de la Virgen, que tiene el tesoro escondido de Jesús. Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre… la madre de mi Señor venga a visitarme… feliz de ti por haber creído.
Cuantas cosas, se dicen en pocas palabras. La Virgen María, es la Bendita, es la Madre, la servidora, la Bienaventurada, la modelo de la creyente. Luego de todos estos santos elogios, la Virgen, proclamara la mejor oración que salió de su boca, el magníficat, engrandece mi alma al Señor. La Iglesia utilizara este saludo, para felicitarla con la oración del Ave María, que durante tantos siglos fue inundando el cielo y la tierra en niños, jóvenes, adultos y abuelos, enfermos y moribundos, ricos y pobres, santos y pecadores.
Dice el comentador de Santo Tomas en su corto pero profundo comentario del Ave María, que las otras partes que rezamos en esta sencilla oración fueron añadidas por la autoridad de la Iglesia. Escuchemos sus palabras:
El «Jesús» que añadimos al «bendito es el fruto de tu vientre» procede de Urbano Pp. IV (1261-1264). La parte final de nuestra Avemaría —Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén— fue añadida por San Pio Pp. V (1566-1572) de santa y feliz memoria (su cuerpo es incorrupto en la Basílica Patriarcal Santa María la Mayor
Así aparecen en la oración del Ave María, los tres saludos: el del Ángel, el de Isabel y el de la Iglesia
Nuestra Señora del Adviento
En este viaje, en este caminar, en este adviento hacia la Navidad, la Iglesia presenta en este cuarto domingo, la figura de Santa María, para que con su intercesión maternal, acoja nuestras oraciones e interceda por nuestras peticiones. María es modelo de escucha y espera, de servicio y de oración. Como decía el Papa Pablo VI en la Exhortación Apostólica Marialis Cultus, del 2 de febrero de 1974:
María es la Virgen oyente…es la Virgen orante….es la Virgen Madre…es la Virgen oferente (p. 17-20)
Ya se ha encendido la cuarta vela de la corona de Adviento, que adorna las Iglesias y las casas. Esa luz que esperamos con anhelos de alegría, es la de María, que prepara a aquel que será la luz del mundo, la luz de las naciones. Es una invitación para que en nuestras vidas reine la luz de la fe, de la esperanza, de la caridad y de la reconciliación.
Terminamos con el extracto de una hermosa oración a Nuestra Señora del Adviento del Padre Michel Quoist, gran escritor y sacerdote Francés (1921-1997) para que ella, visite también la casa de nuestro corazón:
María, en este Adviento que precede a la venida de tu Hijo, haznos atentos a la Palabra que crea,
purifica y renueva, que reconcilia, santifica y colma de gozo, para que también en nosotros el Verbo pueda hacerse carne.
Revístenos de tu vestidura de salvación, regálanos un poco de tu luz de gracia y santidad y haznos capaces de derramar a nuestro alrededor un poco de tu perfume, de tu belleza espléndida, que sola salvará el mundo y lo unirá en la paz. ( M.Q )
Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario