Domingo 31º. Ciclo A. domingo 5 de noviembre de 2023

Mal 1, 14b-2, 2b. 8-10    “Se han desviado del camino y han hecho tropezar a muchos”

1 Tes 1,5b; 2, 7b-9. 13   “Deseábamos entregarles…el Evangelio de Dios, sino la vida”
Mt 23, 1-12                      “No hacen lo que dicen”

Evangelio

    Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:

Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar «mi maestro» por la gente.
    En cuanto a ustedes, no se hagan llamar «maestro», porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen «padre», porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco «doctores», porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será elevado.

Comentario

El testimonio sacerdotal

            La primera lectura de este domingo del profeta Malaquías, presenta una fuerte denuncia a la conducta de los sacerdotes Israelitas. Les recrimina, su desobediencia a Dios y su vanidad: “Si no escuchan y no se deciden a dar gloria a mi nombre…yo enviaré sobre ustedes la maldición”

            Continua su seria advertencia por el antitestimonio y la mala doctrina: “Se han desviado del camino, han hecho tropezar a muchos con su doctrina, han pervertido la alianza con Leví”

            Por último, les reprocha la acepción de personas al aplicar la ley, fuerte con los pobres y complacientes con los amigos y poderosos. “Hacen acepción de personas al aplicar la ley… ¿Por qué nos traicionamos unos a otros, profanando así la alianza de nuestros padres?

            Este mal ejemplo sacerdotal, corrompe su credibilidad y aleja la estima y valoración del pueblo. Ellos que tenían la responsabilidad de ser guías de sus hermanos, por el don confiado de Dios, se convirtieron en desertores de la comunidad.

            Dice el texto: “Han pervertido la alianza” rompieron el pacto de amor con Dios, quebrando sus mandamientos, revindicando el culto a sus propias personas y volviendo a la veneración de los antiguos ídolos paganos.

            En definitiva, dejaron de ser verdaderos padres de su pueblo y auténticos hermanos de su prójimo. Por eso se pregunta el profeta: ¿no tenemos todos un solo Padre? ¿Como es que no vivimos como hermanos, en una misma familia, adorando al único Dios y respetándonos unos a otros? ¿No nos ha creado un solo Dios? ¿Cómo es que tenemos otros dioses, y dejando de ser verdaderos hijos, nos transformamos en extraños y rivales entre hermanos?

            Los sacerdotes tienen en gran parte la responsabilidad del desvío y alejamiento del pueblo cuando se predican a sí mismo y no trasmiten el mensaje de Dios, siendo mal testimonio de su prójimo.

            Por su puesto que siempre habrá un resto fiel, celoso y enamorado del Señor y su palabra. En esto se cumple lo que decía Napoleón Bonaparte: “No hay malos soldados, sino malos capitanes”

            Alguien dijo que los sacerdotes se tienen que preparar como verdaderos Padres espirituales de su pueblo y no como tíos, es decir, no comprometidos o involucrados con la demanda y exigencias de los hermanos, y complacientes con regalos que agraden los oídos y el corazón del prójimo, pero manipulando la verdadera enseñanza de Dios.

La incoherencia cristiana

            En el evangelio el Señor, critica a los que detentaban la autoridad religiosa de su tiempo, los escribas, expertos y especialistas en la traducción e interpretación de la ley y los fariseos, grupo político y antiromano, cumplidor escrupuloso e hipócrita de los mandatos, por su incongruencia, incoherencia o divorcio entre lo que dicen y lo que hacen. Ellos estaban sentados en la cátedra de Moisés, es decir eran los guías religiosos de sus hermanos, pero dejaban mucho que desear en su conducta. Dice el texto: “Ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen”

            Cargan sobre los pobres e indefensos pesadas cargas, de normas minuciosas, complicadas, y exageradas, que ni ellos mismos la viven. También pecan de ostentación. “Todo lo hacen para que los vean. Agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar «mi maestro» por la gente.

            Las filacterias eran unos estuches donde guardaban en pergaminos textos de la biblia, para no olvidarlos, y hacerlos merecedores de respeto y piedad, cosa que no vivían. Alargaban los flecos para mostrarse con más autoridad, y ocupaban los primeros puestos en las sinagogas y banquetes, buscando el halago y la deferencia del pueblo. Querían que los llamasen doctores o maestros, haciendo prevalecer sus títulos antes que el propio servicio.

            Por eso Jesús, les dice a los apóstoles que está formando, que no sigan el ejemplo de estos escribas y fariseos. Al contrario, el mismo Jesús es ahora, el modelo a seguir, que no vino a ser servido sino a servir.

            El, verdaderamente es el maestro, y nosotros somos discípulos, el Doctor, y nosotros sus aprendices. Tenemos un Padre común, el Padre del cielo, y todos somos hermanos. Cuando se pierde esta dimensión de la paternidad de Dios, el hombre se pierde en la orfandad.

            Los que detentan una autoridad, un cargo social, político, escolar, y hasta los mismos padres de familia, tienen el compromiso en conciencia de ejercer esta verdadera paternidad, con humildad y servicio, ni abusando, como los tiranos, ni aflojando como los permisivos.

            El ministerio sacerdotal también es un compromiso de paternidad y de maternidad. Así lo expresaba San Pablo en la lectura a la comunidad de Tesalónica:

“Fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos”

            Alguien dijo una vez, que “si en dos mil años los sacerdotes no pudieron destruir la Iglesia, nadie lo podrá hacer”. Reconociendo los antitestimonios sacerdotales, escándalos, y confusiones doctrinales de nuestro tiempo y de toda época, apelamos también al ejemplo de tantos sacerdotes y pastores santos, que viven en el silencio, en el trabajo, en el servicio diario su vocación y entrega.

            Cierta prensa descalificadora de la obra de la Iglesia carga las tintas sobre la actitud y malos ejemplos de algunos pastores, olvidando el bien que hacen otros. Se cumple lo del dicho: “Hace más ruido un árbol que cae, que un bosque que crece”. También esta la crítica y envidia de los mismos colegas, y de algunos laicos sobre la figura del sacerdote, que con severidad caen ante faltas humanos que no son pecados graves. Y así se vuelve a cumplir la sentencia. “El que hace mil y no hace una, pierde las mil por una”

            Pidamos a Dios, que podamos vivir lo que dice el libro camino: “Te ha dolido como una puñalada en el corazón, que dijeran de ti que hablaste mal de aquellos sacerdotes. Y me alegro de tu dolor; ahora sí que estoy seguro de tu buen ejemplo… Amar a Dios y no venerar al sacerdote…no es posible. (N.º 73-74)

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario