Domingo 12° del Tiempo durante el año. Ciclo B. Domingo 20 de junio de 2021

DOMINGO 12º. TIEMPO DURANTE EL AÑO – CICLO»B». DOMINGO 20 DE JUNIO DE 2021

Job 38, 1. 8-11                     “Aquí se quebrará la soberbia de tus olas”

2º Cor 5, 14-17                     “Un ser nuevo se ha hecho presente”

Mc 4, 35-41                          “¿Quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen?”

Evangelio

Al atardecer de ese mismo día, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la otra orilla». Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.

Lo despertaron y le dijeron: « ¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?»
Despertándose, Él increpó al viento y dijo al mar: « ¡Silencio! ¡Cállate!» El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.

Después les dijo: « ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»

Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: « ¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?».

Comentario

El poder de la naturaleza

Reconocemos por la historia y las narraciones bíblicas el poder de la naturaleza cuando se despierta y lamentablemente produce grandes tragedias, maremotos, terremotos, tsunamis, y otros fenómenos ocurridos. Dios es el creador del mundo. Así lo confesamos en el credo. Creo en Dios Padre Todopoderoso creador del cielo y de la tierra, y agrega el Credo Niceno, de todas las cosas visibles e invisibles. Pero también Dios es el soberano, Señor y Dominador sobre las reacciones imprevistas de la naturaleza. Dice el Libro de Job, en la primera lectura.

“El Señor respondió a Job desde la tempestad…Llegarás hasta aquí y no pasarás, aquí se quebrará la soberbia de las olas”

El salmo 106, narra la intervención de Dios, sobre los viajeros en el barco por el mar, cuando claman a Él. Dice el texto: “

Pero en la angustia invocaron al Señor, y Él los libró de sus tribulaciones, cambió el huracán en una brisa suave se aplacaron las olas del mar”

Recuerdo la famosa película “Titanic” que relata la historia y hundimiento del transatlántico ocurrido el 15 de abril de 1912, donde murieron 1496 personas de las 2208, al estrellarse con un Iceberg, navegación que salió de Inglaterra hacia Nueva York, y donde se cuenta que tenía una inscripción realmente temeraria: “Ni Dios podrá hundir este barco”. Lo trágico es que ocurrió.

Cuando era chico, iba a visitar a un amigo a su casa y antes de entrar había una calcomanía que decía: “Dios perdona siempre, los hombres a veces, la naturaleza nunca” Realmente para pensar

En el famoso libro la Odisea de Homero, es célebre el pasaje de las sirenas, que según la mitología griega vivían en unas roas de la costa de un peligroso estrecho, el de Capri, entre esa isla y la costa Italiana. Cantaban tan maravillosamente que los marineros, hechizados, acudían a ese reclamo y acababan por naufragar contra las rocas. Ulises al pasar por ese estrecho era consciente de la importancia de salvar la nave y la vida. Por ello, puso cera en los oídos de todos los marineros para impedir oír. Luego, él se hizo atar a un mástil, y obtuvo de los marineros la promesa de que no harían caso a sus posibles deseos de ser desatado, pasase lo que pasase. Con esos medios logró superar la prueba.

También nosotros pasamos por fuertes tentaciones de sirenas que están presente en el mar de nuestro mundo y quieren hacernos naufragar, sean los placeres, los honores, el poder, la avaricia, el egoísmo, la indiferencia y todo lo que podamos añadir.

La tempestad calmada

El evangelio trae uno de los dos hechos que ocurrieron en el lago o Mar de Galilea o Tiberíades, según la versión de San Marcos. Luego de predicar a la multitud en forma de parábolas, como ocurrió en el evangelio del domingo anterior, al hablar de la semilla que crece y del grano de mostaza, el mismo Jesús pide a sus discípulos que crucemos a la otra orilla, que era el lugar de los Gerasenos en la región de la Decápolis, zona de paganos.

Cansado por la intensa y extensa labor de predicación Jesús se queda dormido en el cabezal de la popa de la barca, mientras las olas arreciaban la embarcación. Agobiados y temerosos los discípulos le dicen al Señor: “Maestro, ¿no te importa que nos ahoguemos? Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio! ¡Cállate! El viento se aplacó y sobrevino una gran calma… ¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?

Vemos en este pasaje, tanto la humanidad de Jesús, como verdadero hombre, que se queda dormido, cansado y fatigado, pero también su divinidad, como verdadero Dios, al ordenar al viento y al mar que se calmen. El poder de Jesús con su palabra, no era solo con las enfermedades, los demonios sino también sobre la naturaleza.

Jesús mismo vivió la tempestad de su pasión, el  vendaval del sufrimiento de maltratos y castigos, hasta resucitar al tercer día. Por eso dice San Pablo en la segunda lectura;  “El que vive en Cristo es una nueva creatura, lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente”

Lo importante es que en la barca de nuestra alma, aunque ocurran tentaciones, presiones, tensiones, el Señor está con nosotros, por su gracia esta en nuestro corazón. A veces parece que se encuentra dormido, pero está atento para ir a nuestro encuentro y darnos fortaleza y salvación. Otras veces puede suceder que nosotros somos los dormidos y Jesús nos tiene que despertar de nuestra pereza espiritual. Con Jesús somos hombres y mujeres nuevos, nueva mentalidad y nuevo corazón.

La Iglesia es como una barca que navega por el mar de este mundo entre tiempos de bonanzas y fuertes tormentas de persecuciones, herejías, cismas, apostasías, pedofilias y tantos pecados que tratan de hundirla. Pero la promesa de Jesús se cumplirá: las puertas del infierno no podrán contra la Iglesia, hasta llegar al puerto definitivo que es el Reino de Dios, cuando el Señor vuelva.

Algunos templos tienen forma de nave. Por eso se dice que los feligreses cuando participan en la misa están sentados en la nave de la Iglesia. Siguiendo esta comparación el ambón o mesa de la Palabra, es el timón que muestra el camino de la vida cristiana, la sede del sacerdote es como el asiento del capitán del barco que guía por los surcos del mar de la vida hasta llegar al cielo, el altar, en la mesa de la comida cotidiana, la fuerza para continuar la eucaristía, y todos somos remeros que empujamos la barca en unidad y comunión.

Hoy es el día del Padre, domingo 20 de junio, mis saludos y bendiciones a todos los padres presentes y a todos los padres difuntos. Monseñor Eduardo Martin, nuestro Arzobispo dejo un lindo mensaje a los padres que les comparto: “Jesús vio la ternura de Dios en San José, dijo el Papa Francisco. Todo padre en esta tierra es el representante de Dios para sus hijos. Lleven a sus hijos hacia Dios a través de la palabra y el testimonio y será la mejor herencia que le dejen a ellos y recurran a San José que los guie en tan extraordinaria y hermosa y ardua misión”

Es también el día de la bandera, por recordar el paso a la inmortalidad del General Manuel Belgrano (1770-1820). Pensemos que el Monumento Nacional a la Bandera tiene forma de barco que mira hacia el Paraná. Nos dice también nuestro Arzobispo en este día: “La bandera es como el manto que nos cobija a todos….es una…no debemos hacerla jirones por los desencuentros…que bajo la unidad de la bandera dejemos atrás las divisiones que nos paralizan…los colores de la bandera nos evocan el manto de la Santísima Virgen. Pidamos su intercesión…para que nuestro trabajo por nuestra patria sea fructífero”

Que no tengamos miedo a las tempestades o problemas de la vida, Dios es más grande que nuestros problemas y sigamos con fe navegando en la barca de la Iglesia donde estamos seguros y protegidos aunque haya agua que entre por todos lados, el Señor está con nosotros y él nos Salvará

Padre Luis Alberto Boccia. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario