Domingo 8°. Tiempo durante el Año. Domingo 27 de Febrero de 2022

Domingo 8°. Tiempo durante el Año. Domingo 27 de Febrero de 2022

Ecles   27, 4-7            “No elogies a nadie antes de oírlo razonar”

1 Cor 15, 51. 54-58    “La muerte ha sido vencida». ¿Dónde está, muerte, tu victoria, tu aguijón?”

Lc 6, 39-45                  “De la abundancia del corazón habla la boca”

Lectura del Libro del Eclesiástico (También llamado Ben Sirá o Siracida)

Cuando se zarandea la criba, quedan los residuos: así los desechos de un hombre aparecen en sus palabras. El horno pone a prueba los vasos del alfarero, y la prueba del hombre está en su conversación. El árbol bien cultivado se manifiesta en sus frutos; así la palabra expresa la índole de cada uno. No elogies a nadie antes de oírlo razonar, porque allí es donde se prueban los hombres.

Palabra de Dios.

SALMO     Sal 91, 2-3. 13-16

R. Es bueno darte gracias, Señor.

Es bueno dar gracias al Señor,
y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre;
proclamar tu amor de madrugada,
y tu fidelidad en las vigilias de la noche. R.

El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano:
trasplantado en la Casa del Señor,
florecerá en los atrios de nuestro Dios. R.

En la vejez seguirá dando frutos,
se mantendrá fresco y frondoso,
para proclamar qué justo es el Señor,
mi Roca, en quien no existe la maldad. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto     15, 51. 54-58

Hermanos: Les voy a revelar un misterio: No todos vamos a morir, pero todos seremos transformados.
Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: «La muerte ha sido vencida». ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón? Porque lo que provoca la muerte es el pecado y lo que da fuerza al pecado es la ley. ¡Demos gracias a Dios, que nos ha dado la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
Por eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por Él no serán vanos.

Palabra de Dios.

EVANGELIO

Jesús les hizo también esta comparación: ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo?
El discípulo no es superior al maestro; cuando el discípulo llegue a ser perfecto, será como su maestro.
¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo», tú, que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano!
No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos: cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.

Palabra del Señor

Dime como vives y te diré quien eres

Ben Sirá o Eclesiástico, da sabios consejos: no debemos ser influenciados por la primera impresión. Para saber lo que las personas tienen en sus corazones, debemos dejar que hablen por ellos mismos,  porque: El horno pone a prueba los vasos del alfarero, y la prueba del hombre está en su conversación”. En conclusión, la regla a seguir es: “No elogies a nadie antes de oírlo razonar, porque allí es donde se prueban los hombres”. En una versión más popular podemos decir: “No todo lo que brilla es oro”. El Papa Francisco, habla muchas veces de una expresión, muy típica de los Jesuitas: el discernimiento. En la Exhortación Apostólica Postsinodal, del 19 de marzo de 2016 Amoris Laeticia, “la Alegría del Amor”, en el Capítulo ocho, lleva como título: “Acompañar, discernir e integrar la fragilidad”. Creo que estas expresiones, actitudes, desafíos y caminos, son muy  importantes en la vida cotidiana y en la escucha de otra persona. Por eso se insiste en la Sinodalidad, que significa, caminar juntos, no solo con Dios y la Iglesia sino también con los hermanos que nos encontramos en la vida. No hay que apresurarse a juzgar ni a elogiar a nadie. Decía Don Bosco, que se conocen no solo a los alumnos en las clases,  sino en los juegos, o diversión, como el futbol, en la convivencia de los recreos, y en las conversaciones públicas. Y tiene mucho de cierto. Esto me hace acordar a una historia, que es una prolongación de lo que dice el texto de la primera lectura: El árbol bien cultivado se manifiesta en sus frutos”. Se cuenta que en el cumpleaños de una joven, había muchos amigos e invitados y un muchacho que no le tenía demasiada simpatía por ella,  se acerca y le regala una caja adornada como obsequio. La joven la agradece y al abrirla se da cuenta que había adentro basura. La cerró y se fue sin decir nada. Al rato aparece ella misma con otra caja y se la ofrece al joven que sorprendido la recibe pensando mal de lo habrá adentro. Él la tomó y al abrirla se encuentra que estaba llena de flores. La joven lo mira y le dice: “Mira cada uno da lo que tiene en su corazón. Si vos tenes basura, vas a dar basura, yo tengo la alegría de la vida de Dios de tener flores por eso te las obsequio”. Y la joven se fue a sus actividades y continuando la fiesta. Por supuesto que el joven quedó paralizado y dándole una lección para su vida. Por eso el dicho popular, “Dime con quién andas y te diré quién eres”, que podemos transformar en “Dime como vives y te diré quién eres”


De la abundancia del corazón habla la boca

El Evangelio de hoy, que consiste en una serie de los dichos del Señor, está dirigido a los falsos maestros. Comienza con un proverbio bien conocido: ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en un pozo?”
En el pasaje de hoy, los destinatarios de la dramática advertencia del Señor no son, sin embargo, ni los fariseos ni los judíos, sino los propios discípulos. Incluso para ellos, existe el peligro de actuar como guías ciegos. En la Iglesia de los primeros siglos, los bautizados fueron llamados los iluminados porque la luz de Cristo había abierto sus ojos. Los cristianos deben ser aquellos que ven bien, que saben cómo elegir los valores correctos en la vida, que pueden indicar el camino correcto a aquellos que andan a tientas en la oscuridad.

Pero esto no siempre sucede y Jesús advierte a sus discípulos del peligro de perder la luz del Evangelio. Pueden caer de nuevo en la oscuridad y ser guiados, como los demás, por un falso razonamiento dictado por el “sentido común” humano. Cuando esto sucede, se abre frente a ellos un abismo mortal en el que también caen los que han confiado en ellos. Los falsos maestros cristianos pueden cometer otro error, dictado por una presunción: creer que todo lo que piensan, dicen y hacen es sabio, justo y en conformidad con el Evangelio.

Sienten que tienen el derecho de emitir instrucciones en el nombre de Cristo, con la seguridad de dar la impresión de que sustituyeron al Maestro, y que son superiores. Exigen títulos, privilegios, honores, poderes que incluso el Maestro nunca afirma tener. Los discípulos pueden caer en el pecado de la presunción imprudente, irreflexiva. Olvidan que son solo discípulos; se sienten como maestros, de hecho, se comportan como si fueran superiores al Maestro.

Estos falsos maestros reclaman a sí mismos un derecho aún más exorbitante; hacen algo que el mismo Jesús nunca quiso hacer, juzgan, pronuncian sentencias injustas contra los hermanos. Para ello el Señor narra la parábola de la viga y de la paja en el ojo del hermano.

Es una invitación a desconfiar de los cristianos que se sienten siempre bien, siempre seguros de lo que dicen, enseñan y hacen. No se dan cuenta de que tienen ante sus ojos enormes troncos que les impiden ver la luz. ¿Cuáles? Pasiones, envidia, deseo de gobernar sobre los demás, ignorancia, miedo, trastornos psicológicos de los cuales ningún mortal está completamente exento. Todos estos son grandes obstáculos que impiden captar claramente las demandas de la Palabra de Dios.

Jesús quiere que la propuesta cristiana se haga con gran humildad, con gran discreción y respeto y, sobre todo, que nunca se juzgue a quienes no pueden entenderla, a quienes no tienen ganas de aceptarla. Jesús llama hipócritas a estos “jueces”, a estos “maestros” cristianos tan seguros de sí mismos y de sus ideas. Los hipócritas son “actores”, “personas que actúan en teatros”. Los que juzgan a los demás, en nombre de Jesús, son actores. También son pecadores, pero “juzgan”; se sientan en la corte como jueces y pronuncian juicios terribles. Se trata entonces de rechazar el pecado y amar al pecador. Todo un don y desafío.

La última parte del Evangelio de hoy proporciona los criterios para juzgar: El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca”. Esto es muy cierto. Es del corazón del hombre de donde salen las malas intenciones apartes de las bondades. Por eso se dice que en nuestro corazón tenemos como viviendo un lobo y una oveja. La convivencia es peligrosa pero depende a quien alimentemos más. Si le damas de comer a la oveja con buenas acciones, buenos pensamientos, buenas oraciones y buenas palabras, y no le damos de comer al lobo con el alimento de la bronca, el resentimiento, la mentira o cualquier otro pecado, quedará famélico y no podrá atacar a la oveja. Por lo tanto necesitamos hacer a conciencia un buen examen de conciencia para preparar una buena y linda confesión porque a veces no nos damos cuenta de nuestros pecados: Así decía la frase en el frontispicio o fachada, del Templo Griego de Apolo en Delfos: Conócete a ti mismo. Nosotros ahora podemos agregar, que miramos a veces con lupa los defectos de los demás y no los nuestros, lo que dijo el Santo sobre Jesús, el Señor, cuando oramos: “Conocerle, conocerme: tratarle”. San Josemaría Escrivá. Libro Camino N° 91

Comentario del Papa Francisco

El Papa Francisco hace referencia en el evangelio de este domingo a la “corrección fraterna” nos dice:
“…es un servicio recíproco que podemos y debemos darnos los unos a los otros…corregir al hermano es un servicio, y es posible y eficaz solamente si cada uno se reconoce pecador y necesitado del perdón del Señor…”Hoy, es una buena ocasión para preguntarnos: ¿Cómo me relaciono con los demás? ¿Salgo a su encuentro sin prejuicios? ¿Acojo su historia? ¿Me reconozco también pecador y necesitado del perdón del Señor?

Aquello que existe en nuestro interior se manifiesta a través de nuestras palabras. Lo que decimos habla de nuestra realidad, o como vemos las cosas. Nuestras palabras son expresión de lo que “sentimos”, de lo que nos gusta y lo que nos molesta, de lo que soy capaz de compartir, de lo que quiero o rechazo. “La boca habla de lo que está lleno el corazón…” ¿Qué contiene el nuestro?
Hace algunos años compartía un cuento con un grupo de docentes, creo que nos puede ayudar en la reflexión de este domingo.
El joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:
– Oye maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia….
– ¡Espera! – Lo interrumpe el filósofo – ¿ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
– ¿Las tres rejas?
– Si. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
– No. Lo oí comentar a unos vecinos.
– Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
– No, en realidad no. Al contrario…
– ¡Ah, vaya¡ La última reja es la necesidad! ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?
– A decir verdad, no.
– Entonces, dijo el sabio sonriendo
– Si no sabemos si es verdad, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

Intentemos filtrar por las tres rejas todo lo que hablamos y pensamos. Eso nos ayudará a no murmurar, criticar, y ver la paja en el ojo de nuestra hermana. Que lo que salga de nuestro corazón sea cierto, bueno y necesario. De esta manera podremos ir construyendo COMUNIDADES VOCACIONADAS, reflejo del Padre.

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco de la Parroquia Santa Rosa de Lima de Rosario. Mendoza 1381