Domingo 5º de Pascua. Ciclo C. domingo 18 de mayo de 2025

Hch 14,21b-27 «Les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos»
Ap 21,1-5a «Todo lo hago nuevo»
Jn 13,31-33a.34-35 «Ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado»

Evangelio

Después que Judas salió, Jesús dijo:


«Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.  Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros.»

Comentario

El testamento no escrito de Jesús

            El Evangelio de este domingo, esta enmarcado en el contexto del lavatorio de los pies de Jesús con sus discípulos y el anuncio de su despedida y glorificación. 

            Comienza el relato con otra despedida. Después que Judas salió, dice el versículo. Uno preparando la traición y otro la donación de su vida. Ahora Dios ha sido glorificado, porque el Señor vino a cumplir su voluntad, y será glorificado, con su misterio pascual, la propia muerte y resurrección, manifestada en el testimonio de amor supremo, entregando en la cruz su vida, para que nosotros tengamos vida.

            El poco tiempo que estará con los apóstoles, los marcará profundamente. Sus últimas palabras son como un testamento no escrito en un papel, sino en el corazón de sus amigos íntimos. Un mensaje que se grabará, como los mandamientos en las dos tablas de piedra, en la vida de los discípulos, escritos por el dedo de Jesús, que es su palabra.

            Les doy un mandamiento nuevo. Lo nuevo es lo que hizo Jesús con sus discípulos, al lavarle los pies, un gesto profético de humildad y profundo amor, que estaba reservado a los esclavos. Él es ahora el servidor de Dios, que nos invita a lavarnos los pies mutuamente, en las aguas de la gracia divina y en la entrega desinteresada por el prójimo, nuestro hermano.

            Lo nuevo es lo que hará. En la cruz, rezará por sus enemigos, perdonará al ladrón arrepentido, extenderá los brazos de su misericordia, para abrir ahora las puertas del cielo y reconciliar a los hombres con Dios y a los hombres entre sí.

            Lo nuevo, la novedad es SU AMOR, único, universal, total, supremo.

            Jesús es el evangelio de Dios Padre, es la buena noticia para todos los tiempos. No solo no da su mandamiento nuevo, sino que nos da su gracia nueva, su fuerza para vivirlo, para que pueda ser posible. Y esto es también nuevo, nos comunica su amor, para amarlo y amarnos en El. Si Judas Iscariote, representa el amor traicionado, Jesús, es el amor entregado, y los discípulos el amor recibido, para darlo a los demás, porque lo recibieron de su maestro, en gestos, palabras, acciones y motivaciones.

Un verdadero mandamiento

            Los maestros de la ley habían registrado 613 mandamientos, en distintos textos de las escrituras, tantos que va a suscitar la pregunta de un escriba sobre cuál sería el mandamiento más grande de la ley. Jesús dirá que los grandes mandamientos son dos: Dios y el prójimo

            Los diez mandamientos eran la base de la alianza de Dios con su pueblo, y tenían estas concreciones prácticas, que desanimaban a muchos de los piadosos judíos observantes.

            Jesús quiere decirnos, que los mandamientos, serían una letra muerta, sino están animados por el mandamiento nuevo del amor, por el espíritu de Dios.

            Ámense los unos a los otros como yo los he amado. Este es el plus nuevo, como yo, como el Señor, al estilo de Jesús. Este es el sello, el distintivo de los cristianos, que contagiara el camino de la conversión; en el amor que se tengan unos con otros.

            El libro del levítico 19, 18, hablaba de; amarás a tu prójimo como a ti mismo. El Señor dará un contenido nuevo a la palabra prójimo, con la parábola del buen samaritano. Todo hombre es mi prójimo, todo hombre, es mi hermano, dirá el Papa San Pablo VI.

            Esta fraternidad real y espiritual, nos hace comprender que el mandato del Señor no es una invitación sino un querer de Dios, para que este mundo cambie. Parece una utopia, un ideal que a veces se hace inalcanzable. Pero para Dios no hay nada imposible y la historia lo comprueba, a través de tantos hombres y mujeres heroicos, que vivieron y viven hoy, plenamente el mandamiento nuevo.

            Ellos entendieron que Dios nos ama y nos sigue amando siempre. Su amor es eterno, y quiere salvar a la humanidad, del egoísmo, del odio, de la envidia y de tantos pecados.

Los motivos de este amor

            La medida del amor es amar sin medida. Este es todo un programa de vida. SI los motivos humanos del amor al prójimo, como pueden ser la amistad, la simpatía, el afecto a las personas queribles, son buenos, tenemos que decir que, para Jesús, no alcanzan. La exigencia del evangelio es mayor, porque es mucho lo que nos da y nos dio el Señor.

            Los que el mundo tiene como marginados para el amor, son también los que más necesitan afecto. En esta larga lista podemos pensar, encomendar y hacer algo, por los afligidos y deprimidos, los pobres que están en las puertas de los templos, y tantos que pasan por las calles de nuestras vidas, los drogadictos, los presos, los ancianos y tantos más. La indigencia, la miseria, es un escándalo, una vergüenza, que realmente le duele a Dios y también a nosotros. Dirá la Santa Madre Teresa de Calcuta: Dios no quiere la pobreza. La pobreza nace del egoísmo de los hombres.

            Si no tuviéramos la motivación divina, la gracia del Señor, la fuerza del espíritu, el testimonio de tantas obras de caridad, nos quedaríamos en nuestras casas y nos ganaría la pereza, para salir a invertir el valioso tiempo en obras de misericordia por los demás.

            El papa Benedicto XVI (+) decía que la justicia es dar a cada uno lo suyo y la caridad es dar a cada uno lo mío. Es decir, el tiempo, las fuerzas, la palabra, la generosidad.

            Ante una sociedad crispada, intolerante, con fuertes signos de violencia, solo el camino del dialogo, de la paz, de la reconciliación puede ir sacando al país un poco adelante, del barro de nuestros pecados. Solo Jesús puede sacarnos si nos dejamos amar por El.

            Ámense los unos a los otros. No es ódiense, ni ármense, ni amásense los unos a los otros. Jesús no da su amor, no pide amor, y nos libera con amor.

Oración

            Jesús, que mandamiento difícil nos dejaste. Hoy la convivencia humana es el mayor desafío de todos. Si miramos solo alrededor, a nuestro pequeño mundo, podemos desanimarnos, cuando pensamos que la indiferencia, el rencor, la crueldad, la muerte, el terrorismo, la inseguridad y tantos pecados invaden la sociedad. Pero tu Señor, nos vuelves a pedir que estrenemos, que usemos, el mandamiento nuevo, que lo practiquemos, que te lo pidamos siempre, para renovar, recrear nuestros vínculos, nuestras relaciones humanas, nuestra capacidad de amar y vencer con tu gracia, nuestro hombre viejo, para que resucite el hombre nuevo, y llevar así la bandera del mandamiento nuevo, y del canto nuevo, que resuene en tu corazón y un día en la eternidad. Amen

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario