Hch 13,14.43-52 «Los discípulos quedaron llenos de alegría y de Espíritu Santo»
Ap 7,9.14b-17 «Dios enjugará las lágrimas de sus ojos»
Jn 10,27-30 «Yo y el Padre somos uno»
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo:
«Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa.»
Comentario
Las nuevas ovejas
El 4º domingo de pascua, es conocido en la liturgia de la Iglesia, como el domingo del Buen Pastor, celebración instituida por el Papa San Pablo VI, para orar por las futuras vocaciones sacerdotales, por los que se preparan para ser pastores, los seminaristas y por la perseverancia de los sacerdotes.
La elección del texto está tomada del capítulo 10 de San Juan, donde se presenta la figura de Jesús, el Buen Pastor, que conoce a sus ovejas, los apóstoles y les da vida eterna, es decir la vida de Dios, la gracia otorgada, y antes ofrecida en la cruz, para ser buenas ovejas de este rebaño que es su Iglesia.
La imagen del pastor aparece también en el Antiguo Testamento para hablar de Dios, como pastor de su pueblo y por extensión su aplicación a los reyes que muchas veces no vivieron el oficio de ser buenos pastores del rebaño confiado. La esperanza y la expectativa de la llegada de un buen pastor, latía en el corazón del pueblo judío.
Jesús encarna la realidad anunciada. Si Dios era el pastor de su pueblo, al decir Jesús que el Padre y yo somos una sola cosa, está proclamando que el es Dios, el nuevo pastor de este nuevo rebaño que es su propia Iglesia.
Si el domingo anterior, se presentaba la figura de Pedro, como pescador de hombres, y Pastor de las nuevas ovejas, hoy la mirada está centrada en primer lugar en el testimonio del Señor, el Buen Pastor, modelo de todos los pastores, que conoce a las ovejas, y conoce también los pastos y, en segundo lugar, en sus representantes, los que han recibido el sacramento del orden, el Papa, los Obispos, sacerdotes y diáconos.
Los pastores fueron los elegidos por Dios, a través de los ángeles para anunciarles el nacimiento del niño Jesús. Esta tarea de los pastores, gente dura, pobre y marginada, es el camino que nuestro Dios quiso elegir, para que fueran ellos los primeros en enterarse de la buena noticia y confirmar con sus propios ojos, la ansiada promesa de la venida del Mesías.
Jesús, va a tomar el trabajo de los pastores para hablarnos con la hermosa parábola de la oveja perdida, de la preocupación y celo del pastor que sale a buscarla, dejando las otras noventa y nueve, para traerla cargada sobre sus hombros, y salvarla de las acechanzas de lobo. Podemos decir que el pastor, es como el buen hombre, que tiene buenos hombros, para saber llevar el peso del oficio. Tiene pasta de buen pastor, y conoce donde están los buenos pastos.
El salmo 22, que se lee en la misa, es un poema bellísimo sobre Dios como pastor de nuestras vidas. Dice un versículo: el Señor es mi Pastor, nada me puede faltar. Y esto es lo que hace Dios con nuestra existencia, nos cuida, protege, defiende, alimenta, nos busca, nos llama, y nos ama infinitamente.
Pastores, arrieros y laderos
Unas de las características del buen pastor, es que va delante de las ovejas, marca el camino, y orienta al rebaño. Pero también tiene que cumplir, el oficio de arriero, el que va detrás, alentando, empujando, y corriendo a las ovejas. Por último también se transforma en un ladero, custodia, vigila y protege a las ovejas para que marchen juntas y unidas.
Esta imagen no habla de tres funciones fundamentales del ministerio, que se puede aplicar a los padres y madres de familias, catequistas, autoridades, y todos aquellos que tengan una responsabilidad social y comunitaria. Guiar, alentar y vigilar.
Guiar: para esto es importante dejarse guiar y conducir por la palabra de Jesús, y de la Iglesia, y así orientar al rebaño, por el camino de la verdad y la caridad.
Alentar: por la gracia de Dios, y la acción de los sacramentos, a seguir marchando, evitando los desalientos y movilizar el espíritu apostólico y la entrega generosa.
Vigilar: de los errores, desvalores, y de los lobos que están atentos a dañar al rebaño, sembrando el miedo, y la muerte.
Lógicamente el hombre de Dios y la mujer de Dios, sabe que necesita escuchar la voz de su Pastor, oír sus silbidos y seguirlo, como ovejas o discípulos y pastores o apóstoles.
Faltan pastores
Esta palabra, para algunos puede estar más relacionada con los pastores de otras Iglesias, que así se los llama. A los sacerdotes, en cambio les dicen más popularmente, el Padre, o el cura. Pero también tenemos este pastoreo en nuestras comunidades. Nuestro Pastores, los Obispos, tiene un signo especial, que habla del ejercicio de su gobierno pastoral. Se llama el báculo, un bastón con un remate en forma de gancho, llamado boluta, que recuerda a los pastores que atraían a sus ovejas, y guiaban al rebaño a los pastos frescos. Hoy los obispos nos alimentan con los pastos de la doctrina y hacia el corral, de la Iglesia, hasta esperar que el Buen Pastor, nos abra las puertas del reino, en los pastos de la vida eterna.
Esta fiesta nos une más estrechamente con los obispos, y el Santo Padre, pastor de la Iglesia Universal, hoy con sede vacante y habiendo iniciado el Cónclave. Por eso, recordamos las palabras del Señor, recen para que el dueño de la mies envíe más operarios. Este es nuestro compromiso, orar y trabajar, orar y salir, buscar, llamar.
Hoy faltan pastores, lo sabemos. Hoy, lo decimos con dolor y vergüenza ajena, algunos sacerdotes han escandalizado al rebaño con conductas pedófilas, inaceptables, que exigen reparación, justicia y conversión, al igual de aquellos hermanos nuestros que han dejado el ejercicio del ministerio sacerdotal, causando pena y desaliento en las comunidades. Pero también recordamos, a los muchísimos sacerdotes que son testigos silenciosos de un trabajo constante, modelos ejemplares de oración y entrega, maestros de fe y servicio desinteresado por los hermanos. Llevando cada uno la carga de las miserias y defectos humanos y el abrigo de la misericordia de Dios, seguimos en esta felicísima vocación que hemos abrazado, con plena convicción y libertad, consagrados por la unción, y enviados a intentar cada día ser santos pastores del rebaño confiado.
Oración
Señor, hoy faltan buenos y santos pastores. El testimonio es fuente de vocaciones. Renueva en nosotros la alegría de la pascua, abre nuestras manos para la entrega cotidiana, genera un corazón radiante de amor sincero, abre nuestra boca para anunciarte siempre y en todo lugar, ayúdanos a buscar las ovejas perdidas y cargarlas sobre nuestros pobres hombros para que tú las sanes, y admítenos en el rebaño eterno. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen
Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario