Domingo 5° Tiempo durante el año. Ciclo C. Domingo 6 de Febrero de 2022

Domingo 5º Tiempo durante el año. Ciclo C. Domingo 6 de febrero de 2022

 Is. 6,1-2a.3-8                       «Aquí estoy, mándame»
1 Cor 15,1-11                        «Cristo murió por nuestros pecados»
Lc 5,1-11                              «Apártate, Señor, de mí que soy un pecador»

Evangelio

5 1 En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. 2 Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. 3 Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. 4 Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: «Navega mar adentro, y echen las redes«. 5 Simón le respondió: «Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes». 6 Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. 7 Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. 8 Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: «Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador». 9 El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; 10 y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: «No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres». 11 Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.

Comentario 

Jesús el Pescador de Hombres

            El evangelio del domingo anterior, nos decía, que después de la no aceptación de Jesús, ante sus palabras en la Sinagoga de Nazaret, el siguió su camino. Ahora pasamos del rechazo de sus hermanos a la receptividad o aceptación de su mensaje. Relata San Lucas que la multitud se amontonaba para escuchar su palabra. Primero de pie desde la orilla del lago, y luego subido a la barca de Pedro, sentado, seguía enseñando a la gente, ansiosa de escuchar maravillada por su voz, asombrada por sus palabras y cautivadas por su presencia.

Verdaderamente Jesús, es El pescador de hombres. No solo convocando y atrayendo por el evangelio y sus signos, sino también porque había pescado o rescatado a sus primeros peces, los apóstoles, luego serán los 72 discípulos, y ahora es la multitud y tantos otros que se acercaran a las redes del seguimiento y a la barca de la misión

La pesca milagrosa

Algunos de los apóstoles eran experimentados pescadores, conocían muy bien el oficio. Se sorprenden cuando Jesús, les indica que echen las redes. Aparece la figura de Pedro, impetuoso y líder del grupo, por un lado explicando la inoportunidad de pescar a esa hora del día, ya que lo habían hecho durante la noche, sin sacar nada, y por otro lado, la aceptación obediente de intentar de nuevo ante el pedido del Maestro.  Y aquí se obro el milagro, gracias a la disponibilidad de Pedro y el esfuerzo de recomenzar. Eran tantos los peces, que casi se rompen las redes, siendo ayudados por otros apóstoles.

Nos sorprende el milagro de esta pesca increíble, pero el Señor, estaba interesado en pescar el pez más grande, que no fue ninguno de los que estaba en la red, sino el mismo Pedro, pues el sería, el pescador de hombres, el que recibiría de Jesús, la tares de hacer lo que hizo su Señor, indicar en la Iglesia por donde tirar las redes, siendo ayudado por los nuevos apóstoles, los obispos y sus colaboradores, los presbíteros, que junto con los laicos, siguen como Iglesia, tirando las redes en el mar del mundo, para rescatar o repescar a los llamados a la comunidad eclesial.

El viaje de Pedro y nuestro viaje

Jesús dice a Pedro: navega mar adentro. Podemos pensar que no solo se refiere a introducirse en el lago de Genesaret, sino que esta indicando otro viaje más difícil. El viaje al interior del alma, que lo lleva a reconocer pecador, o discípulo, y luego pescador o apóstol.  Podemos unirnos todos a este viaje al interior del corazón, guiados por la palabra del Señor, para descubrir las profundidades de nuestra miseria y las bondades de Jesús con nosotros. Podemos hacer resonar ahora en nosotros estas palabras: Navega más adentro.

La barca es figura de la Iglesia, que atraviesa el mar de la historia, con el soplo del Espíritu, guiados por Jesús y su palabra, con el timón del sucesor de Pedro, el Papa, hacia el puerto seguro de la salvación definitiva, donde el Padre de los cielos nos espera.

Todos en la Iglesia, estamos comprometidos a ser remeros de esta barca, con los brazos de la oración, y la misión, unidos en la caridad, como comunidad, para evitar el naufragio de la desunión, la envidia y el rencor.

A lo largo de los siglos, entre tormentas de dificultades, vientos de persecuciones, sangre de mártires derramada en el agua del mundo, la Iglesia, con la promesa indefectible del Señor, siguió navegando por este mundo, con gozos, y dolores, con esperanzas y desilusiones, pero sabiendo que a veces habrá redes llenas otras veces vacías, y siempre alentando la misión de ser pescadores pacientes del Señor.

El papa San Juan Pablo II, anuncio que esperaba una nueva evangelización, cuando atravesamos el tercer milenio, que el mismo inauguró, como una evangelización nueva en su ardor, en sus métodos y expresión.

Este evangelio nos deja varias enseñanzas: 1- En el nombre del Señor y con su promesa tiramos las redes de la evangelización. 2- Escuchar, aceptar y  misionar, para que la pesca sea lo milagrosa que Dios quiera. 3. Corresponder para trabajar en la barca de la Iglesia con la vocación y el carisma que el Espíritu halla suscitado. 4. Permitir realizar el viaje a nuestro corazón, para descubrir que somos todos pecadores y luego pescadores. 5 No olvidar que tenemos una red que nos dejo como herencia el Señor, y que puede ser que no la estemos usando. Este puede ser tu tiempo.

Y recordemos ese tradicional y conocido canto para concluir esta homilía

Tu   has venido a la orilla no has buscado, ni a sabios ni a ricos tan solo quieres que yo te siga Señor, me has mirado a los ojos sonriendo has dicho mi nombre en la arena, he dejado mi barca junto a ti buscaré otro mar Tú, sabes bien lo que tengo,  en mi barca no hay oro ni espadas tan solo redes y mi trabajo…Tú necesitas mis manos, mi cansancio que a otros descanse amor que quiera seguir amando…Tú pescador de otros lagos, ansia eterna de hombres que esperan, amigo bueno que así me llamas…

Dios bendiga tu familia, tu trabajo, tus proyectos y tus propósitos.

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario