Domingo 29°. Tiempo durante el año. Ciclo B. Domingo 17 de Octubre de 2021

Domingo 29º Tiempo durante el año. Ciclo B. domingo 17 de Octubre de 2021

Is 53, 10-11                          “Si ofrece su vida en sacrificio, verá su descendencia”

He 4, 14-16                          “Vayamos confiadamente al trono de la gracia”

Mc 10, 35-45                        “El Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud”

Evangelio

Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir». Él les respondió: « ¿Qué quieren que haga por ustedes?» Ellos le dijeron: «Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria».
Jesús le dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que Yo beberé y recibir el bautismo que Yo recibiré?» «Podemos», le respondieron.

Entonces Jesús agregó: «Ustedes beberán el cáliz que Yo beberé y recibirán el mismo bautismo que Yo. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes han sido destinados». Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos. Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquéllos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».

Comentario

El servicio

El evangelio del domingo anterior, presentaba la historia del joven rico, y la tristeza de no seguir al Señor, por estar apegado a los bienes de la tierra. Si los bienes y el dinero no son malos, si lo es la avaricia y la falta de desprendimiento. Hoy el texto nos habla de un suceso en la vida de los mismos apóstoles, que los describe con sus miserias, defectos y pecados. Ahora no es el apegamiento al dinero sino a los cargos y puestos, es decir la ambición de poder y gloria.

Entre el grupo de los doce aparecen, como más íntimos de Jesús, Pedro, Santiago y su hermano Juan. Ellos serán los testigos de la transfiguración y de la agonía de Jesús. Este acercamiento y confianza, hace que sin que lo sepan los otros apóstoles, se animen a pedir, sentarse a su derecha y su izquierda en el Reino, puestos considerados como los más importantes en el gobierno de un pueblo. Pero Jesús, les aclara que no saben lo que piden. Ellos quieren privilegios y honores  y  Jesús les habla de sufrimiento y muerte. Utiliza la frase; beber el cáliz, que es como decir en nuestro lenguaje, beber un trago amargo, y recibir el bautismo, que es sumergirse en el misterio de la pasión y el dolor. Con decisión dicen: podemos. Esta misma palabra, la vi aparecer en latín en un repostero, o gran lienzo sobre una pared, que en cada uno de los cuatro lados, decía: POSSUMUS. En esa residencia universitaria con muchos jóvenes, era una invitación a entregarse más por Jesús y los hermanos, siempre con la ayuda de Dios, que con El podemos.

Efectivamente, Santiago y Juan, van a poder dar la vida y ofrecerla, pasarán como se lo anuncio el mismo Señor, por el cáliz y el bautismo. Santiago será decapitado por decisión de Herodes, primer mártir de los apóstoles,  y Juan, por el padecimiento y el exilio en la isla de Patmos, el único no mártir, pero si confesor de la fe.

Los puestos que ellos ambicionaban, ya estaban designados por el Padre los Cielos. Podemos pensar, que San José y la Virgen María, ocuparían esos lugares en el Reino.

Al enterarse los otros diez apóstoles, también se indignaron, y comenzaron a discutir entre ellos. Jesús interviene con mucha paciencia y caridad, para corregir este pensamiento y actitud. Les dice que los que gobiernan, dominan a las naciones como si fueran sus dueños y los poderosos, les hacen sentir su autoridad. Esta verdad tan clara en el tiempo de Jesús, como a lo largo de la historia de la humanidad, se ha cumplido y se cumple. Cuando el poder se sube a la cabeza, y no baja al corazón, ni a la gente, aparecen los abusos, los excesos, las tiranías, los atropellos, las humillaciones, las injusticias, las violaciones a los derechos humanos, el endiosamiento de la autoridad, el mandoneo, la pretensión de la omnipotencia.

Jesús en cambio les dice a los  Apóstoles, que entre ustedes no debe suceder así, no deben vivir de esa manera en la Iglesia el sentido de los cargos y el ejercicio de la autoridad. El que quiera ser grande, que se haga servidor, el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. La autoridad es un servicio, no un poder

Es importante recordar lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica en algunos puntos:

1897 “Una sociedad bien ordenada y fecunda requiere gobernantes, investidos de legítima autoridad, que defiendan las instituciones y consagren, en la medida suficiente, su actividad y sus desvelos al provecho común del país” (PT 46). Se llama “autoridad” la cualidad en virtud de la cual personas o instituciones dan leyes y órdenes a los hombres y esperan la correspondiente obediencia.

1903 La autoridad sólo se ejerce legítimamente si busca el bien común del grupo en cuestión y si, para alcanzarlo, emplea medios moralmente lícitos. Si los dirigentes proclamasen leyes injustas o tomasen medidas contrarias al orden moral, estas disposiciones no pueden obligar en conciencia. “En semejante situación, la propia autoridad se desmorona por completo y se origina una iniquidad espantosa” (PT 51).

1904 “Es preferible que un poder esté equilibrado por otros poderes y otras esferas de competencia que lo mantengan en su justo límite. Es éste el principio del «Estado de derecho» en el cual es soberana la ley y no la voluntad arbitraria de los hombres” (CA 44)

La prepotencia

Esta especie de disputa de los apóstoles, contrasta con la actitud de Jesús de servir, porque para eso vino el  Hijo del Hombre, para dar la vida en rescate por una multitud. Lo hizo ejerció con la palabra y el ejemplo, como cuando lavó los pies a los discípulos, y abriendo la cruz por la salvación de la humanidad.

En la vida de las familias, en las comunidades y en la misma Iglesia, puede haber como una celotipia por cargos o puestos, que en vez de servir a la Iglesia, se sirven de ella para beneficio propio. El nepotismo, preferencia que tienen algunos funcionarios para dar empleos públicos a familiares sin tomar en cuenta la competencia de los mismos para la labor, sino su lealtad o alianza, es un pecado que fácilmente puede meterse en la vida de las sociedades.

Hoy en un ambiente de crispación, aparece algo que molesta mucho entre la gente, se llama la prepotencia. Dice el fallecido Monseñor Giaquinta en una homilía de este domingo, cosas muy ciertas que son para reflexionar

Las razones son muchas. Y algunas muy justas. Pero ¿no hay algo en la idiosincrasia argentina que enrarece el ambiente y lo priva de la libertad necesaria para vivir? ¿Y que por ello hay gente que busca otros aires? Sí. Y aunque duela, me animo a ponerle nombre: “prepotencia”. Pues, si no se le pone, la enfermedad que padecemos no puede ser diagnosticada ni curada. Y seguiremos descendiendo peldaños, hasta llegar a ser una nación aun más insignificante que hoy en el concierto internacional.

Prepotencia en la calle, donde no se respetan las normas de tránsito. Y en los piquetes, que impiden alevosamente la libre circulación. Prepotencia en el supermercado, donde Dios te libre de tener que hacer un reclamo por un aparato que compraste. Nunca podrás hablar con el gerente. Y con suerte te devolverán el dinero seis meses después. Prepotencia, en el deporte. Uds. pueden poner nombres mejor que yo. Prepotencia en el mundo sindical. Prepotencia en los partidos políticos, en los cuales despunta con frecuencia la tentación totalitaria. En vez de verse como un partido o “parte” del todo social, presumen ser el “todo” y ahogan a las minorías. Prepotencia en los elegidos por el pueblo para ser sus representantes. Prepotencia en las autoridades municipales, provinciales y nacionales.

La enfermedad es grave. No se la puede curar de golpe. Necesita de un largo tratamiento. Para ello es necesario adoptar políticas que favorezcan la terapia del alma nacional. Pero sin esperar a que otros se hagan cargo de la terapia, comencemos por la propia casa.

Primero, la educación en la familia. Allí debe plantarse la semilla de la humildad. Sin ella, es imposible la bondad, la búsqueda del bien común, la paciencia por las deficiencias del prójimo y el sano orgullo nacional. La humildad no es debilidad. Es fortaleza, como la del jovencito David frente al gigante Goliat. Cuando no se cultiva la humildad, aflora el tipo “gallito”, que pretende tener siempre la razón, y, aunque atropelle y parezca vencer, va hacia un fracaso seguro.

Sin humildad, los argentinos podríamos discursear mucho sobre el año que viene. Pero todo sería vana palabrería. El principio que nos enseñó Jesús, y que es válido en la Iglesia, es válido también en la sociedad civil: “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos. Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” (Mc 10,43-45).

Un testimonio que encarna el servicio es Enrique Shaw, (1921-1962) joven empresario argentino, padre de diez hijos, que esta introducida la causa de beatificación, se gano el corazón de los obreros, con su alegría, servicio, ayudando a sus familias, siendo padrino de sus hijos, dando catequesis y tantas cosas. Cuando estuvo internado con cáncer, cerca de 200 operarios se ofrecieron como dadores de sangre

Pidámosle a la Madre de Dios, en el día de las Madres, que mirando su rostro, contemplando su vida y rezando con su intercesión, seamos más servidores de Dios, del Reino, y de nuestros hermanos más humildes.

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario