Sab 2, 12. 17-20 “Condenémoslo a una muerte infame”
Stgo 3, 16- 4, 3 “Un fruto de justicia se siembra pacíficamente”
Mc 9, 30-37 “El que quiera ser el primero debe hacerse el servidor de todos”
Evangelio
Jesús atravesaba la Galilea junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará». Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.
Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: « ¿De qué hablaban en el camino?» Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos».
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: «El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado».
Comentario
La discordia de los apóstoles
El evangelio de este domingo presenta dos momentos. Primero: Jesús anuncia su pasión, muerte y resurrección, profecía que no entienden los apóstoles. Segundo: el significado de la autoridad en la comunidad.
El Señor en tres ocasiones va a explicar el misterio de su pascua. En este segundo anuncio, se ve el contraste del sufrimiento de Jesús, con las ambiciones de los apóstoles por ocupar el primer lugar en el Reino de Dios, y sus discusiones sobre quien sería el más grande.
Estas pretensiones de cargos, honores o reconocimientos, lo presenta la segunda carta de Santiago, que tienen su raíz, en el desorden de las pasiones que están en el interior de todo corazón. Así se expresa el texto:
“Donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad… ¿De dónde provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente de las pasiones que combaten en sus mismos miembros? Ustedes ambicionan, y si no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden, combaten y se hacen la guerra”
El Señor da a los apóstoles la lección contraria, que también trae el mismo pasaje de Santiago:
“En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera. Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz”.
Estas mismas virtudes las vive Jesús con los apóstoles; la paz, la reconciliación, la misericordia, la imparcialidad y la sinceridad. Las sanas ambiciones, no son pecados, cuando respetan al prójimo y no humillan ni esclavizan. El Cardenal Raniero Cantalamessa hace este comentario:
“Si uno quiere ser el primero…»: por lo tanto, es posible querer ser el primero, no está prohibido, no es pecado. No sólo Jesús no prohíbe, con estas palabras, el deseo de querer ser el primero, sino que lo alienta. Sólo que revela una vía nueva y diferente para realizarlo: no a costa de los demás, sino a favor de los demás. Añade, de hecho: «…sea el último de todos y el servidor de todos”.
La autoridad como servicio
Jesús dice que él quiera ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos. El mismo Señor, vino no para ser servido sino para servir. El siendo grande, se hizo pequeño, siendo el primero se hizo el último, siendo rico, se hizo pobre y servidor de los pobres. Entre los apóstoles una tenía que ser el primero, el que hiciera cabeza, o líder de la comunidad, como lo será el apóstol Pedro, pero en función del servicio a todos.
Por eso el Señor nos deja una profunda enseñanza sobre la autoridad eclesial, con varias características. El que tiene esta misión y este servicio en la familia, en la sociedad, en la Iglesia, en la vida escolar, social o institucional, es importante que medite y pida a Dios, reflexionar sobre estos puntos. La autoridad tiene que saber:
- Escuchar: como el Señor, que había oído lo que estaban discutiendo
- Preguntar: Con caridad, les dice. ¿de que hablaban por el camino?
- Dialogar: El Señor inicia una comunicación paciente y humilde con sus discípulos
- Corregir: con prudencia y en el momento oportuno: el que quiera ser el grande, que se haga pequeño, el que quiera ser el primero que se haga el último
- Servir: toma a un niño, y para que no olviden la lección, dice que así tienen comportarse con los pequeños, los humildes, los pobres, los marginados, abrazarlos, porque el que recibe a uno de ellos, a mi me recibe
- Sufrir: muchas veces habrá que soportar incomprensiones, como el justo de la primera lectura, anticipo del verdadero Justo, Jesús. “Tendamos trampas al justo, porque nos molesta y se opone a nuestra manera de obrar”. Habrá que luchar contra las coimas, los acomodos, los que en vez de servir, quieren trepar, y esto trae sufrimiento pero paz también a la conciencia cuando se obra rectamente
Preguntaron una vez, cual es la parte del cuerpo humano más importante. Pensé en varías, pero nunca en la que me dijeron: los hombros. Porque es ahí donde el hombre necesita reposar para llorar, para abrazar al hermano, para consolar o sostener al caído.
Los Scout, tiene un gesto que habla justamente del servicio: los tres dedos del medio en alto representan servir a Dios, la patria y la familia y el pulgar protegiendo al menique. Así lo expresan diciendo: Siempre listo o los lobatos: Servir
Me enseñaron que cuando uno se levanta a la mañana, bese el suelo y diga, con sentido de humildad y gratitud esta misma palabra, en latín; serviam; servir. Esto predispone a este don.
Me acorde de una poesía hermosísima de la Gabriela Mistral, poetisa chilena (1889-1957) seudónimo, su nombre real era Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga. Su título:
El placer de servir. Gabriela Mistral
Toda naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los
corazones y las dificultades del problema.
Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero hay,
sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
Que triste sería el mundo si todo estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos; hay pequeños servicios
que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar
unos libros, peinar una niña.
Aquel que critica, éste es el que destruye, tu sé el que sirve.
El servir no es faena de seres inferiores.
Dios que da el fruto y la luz, sirve.
Pudiera llamarse así: «El que Sirve».
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos
pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
La madre Teresa de Calcuta, Santa, tiene una frase preciosa, que ella misma vivió:
“El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz”
El 23 de septiembre es la memoria de San Pío Pietrelcina, vamos a concluir con un pensamiento sobre este tema. Su nombre era francisco forgione, (nació el 25 de mayo de 1887) sacerdote franciscano capuchino, que llevo durante 50 años los estigmas de Jesús, murió el 23 de septiembre de 1968, y fue canonizado el 16 de junio de 2002.
Al mirar la cruz, vemos en el palo vertical nuestro servicio a Dios, y el horizontal nuestro servicio al hermano. Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración…
Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario