Domingo 21° Tiempo durante el Año. Ciclo A. Domingo 23 de Agosto de 2020

Domingo 21º Ciclo A. Tiempo durante el año. Domingo 23 de Agosto de 2020

Is  22, 19-23                                       “Pondré sobre sus hombros la llave de la casa de David”

Rom  11, 33-36                                  “Todo viene de Él, ha sido hecho por Él, y es para Él”

Mt  16, 13-20                                     “Tú eres Pedro, y te daré las llaves del Reino de los Cielos”

Evangelio

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es? Ellos le respondieron: Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas. Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy? Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Y Jesús le dijo: Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te dará las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo. Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías.

Comentario

Novena a Santa Rosa, el día del Catequista y el día del Niño

Antes de iniciar el comentario de los textos de este domingo, queremos hacer referencias al día que celebramos, 21 de agosto, inicio de la novena patronal en honor a Santa Rosa de Lima, patrona de la parroquia, Patrona de América y de la Independencia Argentina, proclamada en el Congreso de Tucumán de 1816, por petición de Fray Luis Santa María de Oro, diputado por San Juan y Obispo de la orden de los Dominicos. Como toda novena, son días de gracia y de renovación en una parroquia, tiempo para agradecer y pedir favores a la Santa. Así como una mujer embarazada espera nueve meses para dar a luz a su hijo, así también la liturgia de la Iglesia, tomando esta realidad de la gestación humana, espera de cada uno de nosotros como un nuevo nacimiento espiritual, un nuevo propósito, nuevas metas, favores, trabajos, ilusiones, nuevas pequeñas conversiones.  Por eso alentamos a participar y a animar a que puedan invitar a otros. Que bueno sería si pueden traer al menos dos amigos, familiares, vecinos al novenario, y ayudarlos a volver la confesión y a la comunión, a la comunidad y al servicio.

En esta novena, trataremos como tema, aspectos de la Vida de Santa Rosa, con el Lema: Santa Rosa, ayer y hoy. Pidamos a Santa Rosa este don de Dios y este esfuerzo cotidiano, para unirnos a su fiesta el 30 de agosto siguiendo las transmisiones del rosario y de la misa por el facebook de la parroquia san rosa de lima rosario

Tú eres Pedro

Para el comentario del evangelio de este domingo, debido al poco tiempo en redactarlo, les dejo la hermosa reflexión del Padre Rainero Cantalamessa, que será de muchísimo provecho espiritual

Existe, en la cultura y en la sociedad de hoy, un hecho que nos puede introducir a la comprensión del Evangelio de este domingo, y es el sondeo de las opiniones. Se practica un poco por todas partes, pero sobre todo en el ámbito político y comercial. También Jesús un día quiso hacer un sondeo de opinión, pero con fines, como veremos, muy diversos: no políticos sino educativos. Llegado a la región de Cesarea de Filipo, es decir, la región más al norte de Israel, en una pausa de tranquilidad, en la que estaba solo con los apóstoles, Jesús les dirigió a quemarropa la pregunta: «¿Quién dice la gente que es el hijo del Hombre?»

Parece como si los apóstoles no esperaran otra cosa para poder finalmente dar rienda suelta a todas las voces que circulaban a propósito de él. Responden: «Algunos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o alguno de los profetas». Pero a Jesús no le interesaba medir el nivel de su popularidad o su índice de simpatía entre la gente. Su propósito era bien diverso. A renglón seguido les pregunta: «¿Vosotros quién decís que soy yo?»

Esta segunda pregunta, inesperada, les descoloca completamente. Se entrecruzan silencio y miradas. Si en la primera pregunta se lee que los apóstoles respondieron todos juntos, en coro, esta vez el verbo es singular; sólo «respondió» uno, Simón Pedro: «¡Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo!»

Entre las dos respuestas hay un salto abismal, una «conversión». Si antes, para responder, bastaba con mirar alrededor y haber escuchado las opiniones de la gente, ahora deben mirarse dentro, escuchar una voz bien distinta, que no viene de la carne ni de la sangre, sino del Padre que está en los cielos. Pedro ha sido objeto de una iluminación «de lo alto».

Se trata del primer auténtico reconocimiento, según los evangelios, de la verdadera identidad de Jesús de Nazaret. ¡El primer acto público de fe en Cristo de la historia! Pensemos en el surco dejado por un barco: se va ensanchando hasta perderse en el horizonte, pero comienza con una punta, que es la misma punta del barco. Así sucede con la fe en Jesucristo. Es un surco que ha ido ensanchándose en la historia, hasta llegar a los «últimos confines de la tierra». Pero empieza con una punta. Y esta punta es el acto de fe de Pedro: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo». Jesús usa otra imagen, vertical no horizontal: roca, piedra. «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia».

Jesús cambia el nombre a Simón, como se hace en la Biblia cuando uno recibe una misión importante: lo llama «Kefas», Roca. La verdadera roca, la «piedra angular» es, y sigue siendo, él mismo, Jesús. Pero, una vez resucitado y ascendido al cielo, esta «piedra angular», aunque presente y operante, es invisible. Es necesario un signo que la represente, que haga visible y eficaz en la historia este «fundamento firme» que es Cristo. Y éste será precisamente Pedro, y, después del él, el que haga las veces de él, el Papa, sucesor de Pedro, como cabeza del Colegio de los apóstoles.

Pero volvamos a la idea del sondeo. El sondeo de Jesús, como hemos visto, se desarrolla en dos tiempos, comporta dos preguntas fundamentales: primero, «Quién dice la gente que soy yo?»; segundo, «¿Quién decís vosotros que soy yo? Jesús no parece dar mucha importancia a lo que la gente piensa de él; le interesa saber qué piensan sus discípulos. Les coge con ese «¿y vosotros quién decís que soy yo?». No permite que se atrincheren tras las opiniones de otros, quiere que digan su propia opinión.

La situación se repite, casi idéntica, en el día de hoy. También hoy «la gente», la opinión pública, tiene sus ideas sobre Jesús. Jesús está de moda. Miremos lo que sucede en el mundo de la literatura y del espectáculo. No pasa un año sin que salga una novela o una película con la propia visión, torcida y desacralizada, de Cristo. El caso del Código Da Vinci de Dan Brown ha sido el más clamoroso y está teniendo mucho imitadores.

Luego están los que se quedan a medio camino. Como la gente de su tiempo, cree que Jesús es «uno de los profetas». Una persona fascinante, se le coloca al lado de Sócrates, Gandhi, Tolstoi. Estoy seguro de que Jesús no desprecia estas respuestas, porque se dice de él que «no apaga el pábilo vacilante y no quiebra la caña cascada», es decir, sabe apreciar todo esfuerzo honesto por parte del hombre. Pero hay una respuesta que no cuadra, ni siquiera a la lógica humana. Gandhi o Tolstoi nunca han dicho «yo soy el camino, la verdad y la vida», o también «el que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí».

Con Jesús no se puede quedar uno a medio camino: o es lo que dice ser, o es el mayor loco exaltado de la historia. No hay medias tintas. Existen edificios y estructuras metálicas (creo que una es la torre Eiffel de París) hechas de tal manera que si se toca un cierto punto, o se traslada cierto elemento, se derrumba todo. Así es el edificio de la fe cristiana, y ese punto neurálgico es la divinidad de Jesucristo.

Pero dejemos las respuestas de la gente y vayamos a los no creyentes. No basta con creer en la divinidad de Cristo, es necesario también testimoniarla. Quien lo conoce y no da testimonio de esta fe, sino que la esconde, es más responsable ante Dios que el que no tiene esa fe. En una escena del drama «El padre humillado» de Claudel, una muchacha judía, hermosísima pero ciega, aludiendo al doble significado de la luz, pregunta a su amigo cristiano: «Vosotros que veis, ¿qué uso habéis hecho de la luz?». Es una pregunta dirigida a todos nosotros que nos confesamos creyentes.

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario