Domingo 1º de Adviento. Ciclo A. domingo 27 de noviembre de 2022

Is. 2, 1-5             “El Señor reúne a todas las naciones en la paz eterna del reino de Dios”

Rom 13, 11-14ª  “La salvación está ahora más cerca de nosotros”

Mt 24, 37-44      “Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor”

Evangelio

En aquél tiempo Jesús dijo a sus discípulos: Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada.

Comentario

El verbo venir y el verbo ir

            Luego de concluir el año litúrgico con la celebración de la Solemnidad de Cristo Rey, la Iglesia abre la puerta nuevamente de la liturgia, para iniciar el llamado Tiempo fuerte de Adviento, como progresiva preparación para la Navidad. La palabra Adviento, significa llegada, o venida.

            Comienza también el ciclo A,  para los Evangelios, que esta asignada a San Mateo, así como el B, a San Marco y el C, a San Lucas.

            El adviento se compone de cuatro domingos, el tercero llamado Gaudate, o domingo de la alegría donde se puede usar el ornamento de color rosado, ya que el morado es propio de este tiempo, con carácter de cierta austeridad y serena esperanza. El adviento puede dividirse en dos partes: 1º- Desde el primer domingo hasta el día 16 de diciembre, con un marcado sentido escatológico, mirando a la segunda venida del Señor al final de los tiempos. 2º- Desde el 17 de diciembre hasta el día de Navidad, como una preparación cercana a la primera venida histórica de Jesús.

            Los tres modelos de este tiempo litúrgico y personajes bíblicos, que ayudarán a la preparación de los fieles, son Isaías, Juan el Bautista y María Santísima
            Un signo exterior, que se ha ido introduciendo en las costumbres cristianas, es la corona de adviento, formada de ramas de pino, con cuatro velas, por cada uno de los domingos. La forma circular, que no tiene principio ni fin, es señal del amor eterno de Dios, que nunca termina. Las ramas verdes, simbolizan la esperanza y la vida, propio de estos días de gracia.  Las cuatro velas, son la luz de Dios, que viene a nosotros, y por la cual nos preparamos alejando la oscuridad del pecado. Se le suele asignar a cada luz encendida una virtud para cultivar en cada domingo; por ejemplo para este ciclo, la vigilancia, la austeridad, la fe y el amor.

            El adviento como tiempo de preparación y conversión, dispone a mejorar las actitudes de espera de estos días. Es llamativo en las lecturas de este domingo, la conjunción que hacen los textos bíblicos de los dos verbos más sobresalientes: el verbo venir y el verbo ir. Podríamos decir que desde la dimensión cristológica, Jesús vino, (presente) en su realidad histórica al nacer en Belén, viene, (presente) no solo en la palabra, los sacramentos, sino como dice el prefacio de la misa, en cada hermano y en cada acontecimiento, y vendrá (futuro) en el regreso glorioso al final de los tiempos. San Bernardo ya afirmaba estas tres venidas, donde la iglesia vive entre la primera y la segunda, en una espera activa y paciente, como una venida intermedia. Cada venida del Señor, responde también a una virtud, la fe para la primera, la esperanza para la segunda y la caridad para la actual.

            Por eso aparecen en el texto las siguientes expresiones: “cuando venga el hijo del hombre” (presente subjuntivo)  “no saben que día vendrá el Señor” “vendrá a la hora menos pensada” (futuro indicativo) “vengan subamos a la montaña del Señor”;   “Ven, Casa de Jacob” (modo imperativo)

            Esto nos indica que no sabemos el día de la venida definitiva del Señor, aunque se escuchen falsos presagios de fechas, ni tampoco el día de nuestra propia partida de este mundo, con la llegada de la hermana muerte. Es un secreto de Dios, que guarda en su corazón para que nosotros vivamos con una actitud más despierta y vigilante.

            Pero también esta la actitud antropológica y espiritual de los católicos: Dice el Salmo 121: “Vamos con alegría a la casa del Señor”  y la primera lectura: “caminemos a la luz del Señor” Es decir, que Dios viene o llega a nosotros, mostrando su gratuidad y misericordia, y nos invita, espera o exige de nosotros, como respuesta el ir, el caminar. A decir mejor: fui, voy e iré, como tarea del creyente.

            Por eso se puede comparar que todo el Antiguo Testamento fue una larga y paciente espera, un adviento pre mesiánico, hacia esa luz lejana en la historia, que Dios prometió con la venida del Hijo del hombre, y que intentaban mantener encendida los profetas. Con la llega del Emanuel, las promesas se cumplimentaron y ahora la Iglesia vive su nuevo Adviento hasta que el vuelva. Por eso hay  expresiones fuertes en la liturgia que marcan esta ansiada espera: “venga a nosotros tu Reino”, (del Padre Nuestro) “mientras aguardamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo” (del embolismo después del Padre Nuestro)  “ven Señor Jesús” (como respuesta al concluir la consagración: anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección)

            El Señor nos invita entonces a ir, caminar, subir, acciones que denotan trabajo, atención, esfuerzo, propio de este tiempo.

Es hora de despertarse

            Se dice que una cosa es conseguir resultados, que es algo inmediato, y otra conseguir frutos, más a largo plazo. No se en que lugar estamos, pero el Señor quiere sembrar esperanza, tan venida a menos en nuestro tiempo, y de esto espera frutos en nosotros. Vendría muy bien volver a leer la magnífica encíclica del papa Emérito Benedicto XVI Spe Salvi, texto de Rom 8,24, “en esperanza salvados”, que este 30 de noviembre cumple 3 años de publicación. En uno de los puntos, el Papa habla de los lugares de aprendizaje y del ejercicio de la esperanza y menciona  cuatro: 1º- la oración, como escuela de esperanza, 2º- el actuar, donde dice que toda obra buena y recta es esperanza en acto, 3º- el sufrimiento, tiempo de purificación y crecimiento, y 4º- el juicio, donde ante tantas injusticias, esta la esperanza en la justicia de Dios.

            La segunda lectura es un cimbronazo para despertar del sueño del pecado, y salir de la noche del alma, a la luz de Dios. Dice San Pablo: “ya es hora de despertarse, porque la salvación esta ahora más cerca de nosotros”. Nos aconseja vestirse con la armadura de la luz, para estar protegido con la gracia de Dios de los enemigos, y revestirnos del Señor, porque el pecado deja desnuda y rota el alma, como el hijo prodigo, que apareció ante su padre despojado de todo.

            Es hora, dice el apóstol, es hora de decidirse, de cortar lo malo, de definirse. En forma más expresiva dice: “Basta” Y esto es lo que falta hoy. Basta de excesos, basta de libertinaje, de peleas y envidias. Es la hora del examen y de cambio. Es la hora de Dios.

            Es hora de despertar la esperanza. Si hay vida hay esperanza, dice el dicho popular. Defender, proteger, y anunciar la vida, es despertar la esperanza. Esto se une con el anuncio del Papa por la jornada de oración y reflexión de la vida naciente en la vigilia de este primer domingo de Adviento, para ser testigos del amor a la vida. Recordemos esas hermosas y reales palabras: “cada bebé que llega al mundo es signo de que Dios, no ha perdido la confianza en el hombre” Es hora también de despertar la conciencia ante lo que esta sucediendo en el mundo, en la historia, en la calle, en las leyes, en los anuncios. No puede pasarnos por arriba la historia sin decir, ni hacer algo. Es la hora de la acción, del compromiso, de despertarnos de una larga siesta de comodidad, mientras se escuchan muchos gritos silenciosos de personas que necesitan de nosotros, ancianos, enfermos, deprimidos, adictos, y cuantos más. Aunque sea poco, ese granito de arena o esa gota de agua, será un grano y gota menos en el sufrimiento del mundo. El Adviento tiempo de esperanza, que espera nuestra respuesta.

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario