Domingo 14° Tiempo durante el año. Ciclo B. Domingo 4 de julio de 2021

Domingo 14º Tiempo durante el año. Ciclo B. Domingo 4 de julio de 2021

Ez 2, 2- 5                                 “Son un pueblo rebelde y sabrán que hay un profeta en medio de ellos”

2º Cor 12, 7- 10            “Me gloriaré en mi debilidad, para que resida en mí el poder de Cristo”

Mc 6, 1-6 a                               “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo”

Evangelio

Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: «¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanos no viven aquí entre nosotros?» Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo.
Por eso les dijo: «Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa.» Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos. Y Él se asombraba de su falta de fe.

Comentario

Misión Imposible

La primera lectura de este domingo presenta la misión del profeta Ezequiel como un enviado de Dios, a un pueblo rebelde y obstinado. Dice el texto:

“Yo te envío a los israelitas, a un pueblo de rebeldes que se han rebelado contra mí… Son hombres obstinados y de corazón endurecido… Y sea que escuchen o se nieguen a hacerlo -porque son un pueblo rebelde- sabrán que hay un profeta en medio de ellos”

La palabra profeta, significa mensajero, portavoz. Es como el altoparlante de Dios, el que amplifica su voz y su palabra. Son hombres elegidos, ungidos y enviados para estar en medio de su pueblo. Los profetas anuncian, denuncian y renuncian. Anuncian el mensaje de Dios, denuncian el pecado y renuncian a una vida de comodidades.

Su tarea, se asemeja a esa famosa serie televisiva, conocida como Misión Imposible, donde un pequeño grupo asumía una difícil misión de llevar adelante una tarea encomendada. Ellos también asumen la misión de Dios, con la garantía que hablan en su nombre y con su fuerza.

Lo importante para Dios, es reconocer que el profeta está en medio de su pueblo, lo escuchen o no. Su presencia evoca a Dios, su palabra incomoda los corazones endurecidos, y su testimonio alienta y cuestiona. Hace recordar a San Francisco de Asís, que acompañado por el hermano León, pasearon por la ciudad, caminando sencillamente con su habito franciscano en medio de la gente. No era la intención del San Francisco hablar, sino predicar con su presencia. Por eso se dice que el hábito no hace al monje pero ayuda, es un testimonio público de consagración, signo visible también para las necesidades de los fieles. Dice Código de Derecho Canónico en el número 284:

“Los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar”.

Jesús, el verdadero profeta de Dios, el Evangelio del Padre, regresa a su ciudad, Nazaret, donde se había criado. En la sinagoga es invitado a predicar, como era costumbre con algún personaje destacado, y la multitud queda asombrada pero no convertida, al contrario se escandaliza, palabra que significa piedra de tropiezo, obstáculo para creer, y comienza a preguntar y cuestionar de dónde saca esa sabiduría y ese poder de hacer milagros, argumentando tres motivos. 1º- Es el carpintero, oficio humilde y poco apreciado. 2º- Es el hijo de María, mujer sencilla y pobre. No se menciona a San José, Esposo de María, y padre de Jesús, porque seguramente ya había muerto. 3º- Es hermano de Santiago, José, Judas y Simón, a quien conocemos como familiares también pobres o de poco status, no hermanos de sangre, ya que esta palabra se extendía a los parientes. Es decir, Jesús para ellos, era un hombre de nuestro pueblo, que vivió tantos años en Nazaret, llevando una vida común, sencilla, pobre, de trabajo, y por lo tanto no puede tener estas condiciones, de estudio, sabiduría y poderes extraordinarios.

La falta de Fe

Jesús, no deja de predicar, ante la incomprensión de su gente, ni de curar, porque no se irá con las manos llenas, pero tampoco vacías. Así se expresa el relato.

“Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos”.

Se entiende la queja y la sorpresa de Jesús ante sus amigos, conocidos, y vecinos de Nazaret, formulada en esa expresión, que nadie es profeta en su tierra, es decir es despreciado en su pueblo, familia y casa. Jesús experimento también el desprecio, el rechazo, el fracaso, la cerrazón de su pueblo. Pero, como verdadero profeta, llevo con paciencia, sin maldecir, y fortaleza, sin desanimarse, la siembra de predicar y sanar.

Ante ciertos escándalos de la Iglesia, que cuestionan su credibilidad, no tenemos que dejar de continuar siendo profetas de verdad, consuelo y esperanza. El pecado, el escándalo y la vergüenza, nos tienen que llevar a purificar nuestro corazón y adherirnos más a Jesús y al Magisterio de su Iglesia.

Ante el cuestionamiento del celibato, no podemos dejar de hablar como profetas de luz y de caridad ante este tema.. Ciertos medios gráficos, buscan generar impacto, descalificación, enfrentamiento, rédito económico, desprestigiando a la Iglesia, para que deje de ser creíble, sin hacerse eco de la verdad, la gran ausente de los debates. Dice el dicho popular, hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

Abrir caminos y sembrar, con la palabra a tiempo y destiempo, predicando, celebrando los sacramentos, viviendo con la ayuda de Dios la palabra divina, orando constantemente, sirviendo y entregando la vida por la gente, el pueblo de Dios, es la mejor manera silenciosa de arrojar la semilla de Señor.

No es fácil ser profeta en su casa, en su negocio, en su oficina, en su parroquia. Pero siempre se encontrarán corazones disponibles.

Que no hagamos como los nazarenos, que perdieron el don de Dios, por quedarse con lo secundario. Así dirá San Agustín:

«Tengo miedo de Jesús que pasa» (Timeo Jesum transeuntem).

Se trata de acoger a Jesús, de reconocerlo, abrirle el corazón. Aunque encontremos poca repercusión, poca fe al mensaje y al mensajero, recordemos que siempre hay un profeta en medio de ellos: Jesús vivo

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario

Comentario complementario

Jesús en su propio pueblo, experimenta el desprecio de su persona, el escándalo de sus parientes, el rechazo de su mensaje, y la incredulidad  de su pueblo. Por esta falta de acogida, de comprensión, de aceptación, no pudo hacer ningún milagro, solo curar a unos pocos enfermos.

Traía las manos llenas de gracia y bendiciones, pero fueron pocos los agraciados y bendecidos.

Cuando se rechaza a la persona necesariamente se rechaza el mensaje. Cuando se cuestiona el origen social de la persona, su historia y su status, no siempre se da crédito a sus palabras.

Es la pedagogía de Dios, que elige lo pobre, débil, simple, para ser instrumentos de un mensaje divino. Desde los pastores de Belén hasta los pastorcitos de Fátima, Dios también habla a través de ellos. No solo en su palabra, y en el Magisterio de la Iglesia, Dios nos puede hablar también por gente común, o por un niño, un mendigo, un enfermo. No rechacemos ni al mensajero ni al mensaje.  Si falta esto es porque falta fe. Pidámosla a Dios, para aceptar con humildad la sabiduría de su Palabra y el poder de sus milagros. Y seguro que nos impondrá las manos y nos sanará.

Padre Luis Alberto Boccia.