4º Domingo de Cuaresma. Ciclo B. domingo 10 de marzo de 2024

Cron 36, 14-16. 19-23         “Que el Señor, su Dios, lo acompañe y suba”

Ef 2, 4-10                            “Cristo Jesús, nos resucitó y nos hizo reinar con El en el cielo”

Jn 3, 14-21                          “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único”        

Evangelio

Dijo Jesús: De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna.

Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.»

Comentario

El Amor de Dios Salva

            Este cuarto domingo del tiempo de cuaresma, se llama domingo Laetare. Esta palabra significa alegría. Esta tomada de la antífona de entrada de la misa, que pertenece a un pasaje del profeta Isaías:

“Alégrese, Jerusalén” (Is 66, 10)

            Por eso en este domingo se permite tener flores y sostener con animosidad el canto litúrgico, para dar ese tono de alegría propio de este día, como un anticipo de la cercana alegría pascual o pascua florida. El sacerdote puede utilizar el ornamento rosado o rosa, que como el color de la flor, da tono de gozo a esta atenuación del tiempo penitencial. 

            Este domingo marca la mitad de la cuaresma. Los Papas, entregaban, en distintas circunstancias, como signo de alegría y de gratitud una rosa de oro, como lo hizo el Beato Juan Pablo II, cuando estuvo en la Basílica de Lujan.

            Las lecturas de este día giran alrededor de un tema, que se puede expresar así: El amor de Dios Salva.

            La primera lectura del libro de las Crónicas presenta como los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades imitando todas las abominaciones de los paganos y contaminaron el templo. Dios tuvo compasión de su pueblo pero ellos escarnecían a los profetas, hasta que la ira del Señor se precipitó sobre ellos. El Rey Nabucodonosor deportó a Babilonia a los que habían escapado de la espada y se convirtieron esclavos del Rey. Pero Dios se acordó nuevamente de su pueblo y a través del nuevo rey de Persia, Ciro, conquistador de los Caldeos, dará la libertad a Israel para volver a su tierra y reconstruir el templo.

Esa ilusión y esperanza lo expresa en forma real y poética el salmo 136:

“Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar, acordándonos de Sion. En los sauces de las orillas teníamos colgadas nuestras cítaras

            El amor de Dios salva. Se volverá a repetir nuevamente en un acontecimiento que presenta  el mismo Jesús en el evangelio. Las serpientes abrazadoras. En la travesía por el desierto, los israelitas protestaron contra Dios y contra Moisés. El Señor envió una plaga de serpientes que los picaron y muchos murieron. Reconociendo sus propios pecados, pidieron perdón y acudieron a la intercesión de Moisés, que hizo construir, avisado por Dios, una serpiente de bronce colocada sobre un asta, para que todo el que la viera, quedara curado.

            Jesús, se atribuye a si mismo esta imagen para hablar de su exaltación en la cruz. Dice San Juan en el texto del evangelio:

“De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna”

            El amor de Dios salva. Jesús es ahora, no solo el Salvador, como su nombre lo indica: Jeshoua, Yahvé Salva, sino que es la salvación. Como dirá San Pedro: “Porque no existe bajo el cielo otro Nombre dado a los hombres, por el cual podamos alcanzar la Salvación” (Hc 4, 12). Jesús es como el antídoto contra la mordedura el pecado.

            La cuaresma es un tiempo favorable, es un tiempo de Salvación. Esta salvación es liberación del pecado y donación de gracia. Dios amó tanto al mundo que entregará a su propio hijo. Dice San Juan:

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna”

            El amor de Dios salva. Está en la libertad de cada uno, aceptar en la fe, y en la vida esta salvación de Dios en la Iglesia, y a través de la Palabra y la fuerza de los sacramentos.

Levantado en alto

            Como los estandartes de las legiones romanas, o los estandartes religiosos en las procesiones, están en alto para que se vean y recuerden el rumbo y compromiso del seguimiento. Ahora es Jesús que será elevado en alto, en el mástil de la cruz, para que al contemplarlo, reconozcamos su amor por la humanidad y por cada uno de nosotros. El unirá el cielo con la tierra y a los hombres entre sí.

            Se dice que Buda, líder religioso del Budismo, y propiciador del nirvana, que es como un autosalvación o introspección en sí mismo, murió encogido con sus brazos amarrados. Jesús, en cambio murió con los brazos abiertos, mostrando que vino para salvar, rescatar al hombre de las amarras del pecado, no para condenar. Dice un poema:

            “Sus brazos están abierto para salvarnos, y clavados para no condenarnos”

            Si el amor de Dios salva, hoy en Argentina, hay signos de condenación. Entre tantos me refiero a uno. El aborto, ya aprobado como ley y en España, recientemente se aprobó como un derecho. Que dolor para el Corazón de Jesús y para los que aman la vida y la defienden

            La escena de Jesús en lo alto, anuncio de su crucifixión y de su glorificación en la Ascensión, cuestiona todos los atentados contra la dignidad de la vida humana, y nos compromete a trabajar más contra la cultura de la muerte.

           La Santa Madre Teresa de Calcuta, tiene una reflexión muy interesante con respecto a la cruz al sagrario. Nos dice:

Cuando miramos un crucifijo, decimos “cuanto nos amó Jesús”. Pero cuando miramos el Sagrarios, decimos “cuanto nos ama hoy”

            Que esta semana podamos contemplar la cruz y al crucificado, para que nos de fuerza y perseverancia en el bien. En los momentos difíciles, en las tentaciones, al comenzar un trabajo, podemos besar la cruz, tomarla, verla, asirla. “Al pecho llevo una cruz, y en mi corazón lo que dijo Jesús”, dice un canto religioso popular. Que este sea nuestro pequeño propósito.

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario