NATIVIDAD DEL SEÑOR: MISA DE NOCHEBUENA. Ciclo B. domingo 24 de diciembre de 2023

Is  9, 1-6                            “Un hijo se nos ha dado”

Tit  2, 11- 14                      “La gracia de Dios se ha manifestado para todos los hombres”

Lc  2, 1- 14                    “Hoy les ha nacido un Salvador”

Evangelio

En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.

José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.  Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
          En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
          «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!»

Comentario

El viaje a Belén

            Dios no improvisa, Dios prepara. La Iglesia también se une a esta pedagogía divina, con el tiempo de Adviento, que ayudó a preparar el camino para llegar a la Navidad, a contemplar el misterio del nacimiento de Jesús. Como indica San Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales, vamos a meditar la escena, el suceso, el acontecimiento, más grande y más pequeño de la historia de la humanidad para que deje su enseñanza en nuestra vida.

            Con el decreto del Emperador Augusto, de censar la población del Imperio, José y María fueron de Nazaret a Belén. De este modo se cumpliría la profecía de Miqueas:

“Y tú Belén de Efratá, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel” (Miq 5,1)

            De este modo Dios, a través de este censo, con su mano providente, cumplía su promesa. Y así lo entendió también la Virgen El trayecto de Nazaret, donde residían José y María, hasta Belén, ciudad de David y de la familia de José, era de unos 150 kilómetros. Este largo viaje le llevaría unos cinco días.

            Belén, (Beth- Lehem) significa “casa del pan”. Está a 7 kilómetros de Jerusalén. Era llamada Efratá, la fructífera, nombre patronímico de la región. Era la más pequeña de las ciudades de Israel, dice el profeta Miqueas, pero fue la patria del Rey David, de donde descendería el Mesías.

            Dice San Lucas, con breves palabras que le llego el tiempo de ser Madre. Y añade:

“María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue”

            En esa noche de invierno, nació la luz, el primogénito y el unigénito. Como dice la primera lectura de la Misa del libro de Isaías, anunciando el nacimiento de la LUZ:

“El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz”.

            Santo Tomas de Aquino hace un aporte muy interesante a este misterio de la Navidad, despejando ciertas dudas, de los que cuestionaban el parto sin dolor de la Virgen.

“En Lc 2,7 se narra que la propia Santísima Virgen envolvió en pañales y colocó en el pesebre al Niño que acababa de dar a luz…de donde dice San Jerónimo; que no hubo partera alguna ni hizo presente diligencia alguna de otras mujeres. María fue por lo tanto Madre y partera”

            Esto es lo admirable. María fue Madre y partera. Como el rayo de luz atraviesa el vidrio así lo hizo el Señor con su Madre.  El nacimiento de Jesús fue asombroso porque vino al mundo mediante un parto milagroso, virginal y sin dolor. La Iglesia confesará la virginidad real y perpetua de María.

La noche de Dios

            Una segunda escena la presentan los pastores. En esa noche de Dios, en ese pequeño rincón de la historia y en ese humilde y casi desconocido lugar, nació Jesús. Se iluminó el mundo y esa luz nunca se apagará. Los pastores, hombres pobres y rudos, gente simple son los destinatarios del mensaje de los ángeles del cielo. La buena noticia del nacimiento se va propagando lentamente. Al anunciarles esta enorme alegría, les dice:

“Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”

            La señal que indican los ángeles es la de un niño, envuelto en pañales, y acostado en un pesebre.

Este niño es Dios con nosotros, es Jesús. Cada Navidad que celebramos, estamos celebrando el don de la vida, y nuestra propia navidad, el día de nuestro nacimiento. Queremos hoy hacer una oración por los bebes que no nacieron, y por aquellos que fueron sacrificados injustamente por el crimen del aborto.

            La señal en la noche es este niño Dios. Como todo niño que viene a este mundo, inspira ternura, gratitud, y admiración. El milagro de la vida de todo nacimiento es la mejor postal que podemos regalar.

            El pesebre es la cuna del niño Dios. El pesebre era una especie de cajón donde comían los animales. Dentro de una cueva se refugiaron María y José, para que pudiera nacer el hijo de Dios, en el silencio de esa noche, siendo el cielo testigo de tan gran prodigio.

            El cielo y la tierra se unen, como en un cántico de alabanza por el nacimiento del Mesías Esperado. No solo nació el Salvador, sino también nuestra salvación. Así lo expresa el salmo 95

“Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque”

            Este niño guarda el misterio de Dios, que se acerca a la humanidad por amor. El que ama busca a la persona amada para mostrar su don, que quiere entregar. Dirá San Pablo en la segunda lectura:

“La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado”

            La navidad, es un día muy especial del año. Cada día es navidad si cada día nace Dios, dice el canto. Es un de día familia, de alegría, de festejo. Es un día de solidaridad. Cuantos testimonios de hermanos que pasan la navidad con personas solas, o que la comparten con personas en situación de calle. A pesar de los fastidiosos corte de luz en muchas provincias del país, que no se corte la conexión con la luz, que es Dios. El es la fuente de la luz. Su nacimiento marcó la historia en un antes un después.

            Para vivir este misterio necesitamos recoger la invitación nuevamente de los ángeles. Ir a Belén, al pesebre, es ir no solo al que está preparado en la casa, sino al pesebre de la Iglesia donde nacerá el Señor ahora oculto en Eucaristía, y nacerá también en alegría festiva de la liturgia.

            Que cuando besemos al niño Jesús, en el tradicional beso a la imagen, se lo estemos dando a Dios porque ha dado sentido a la vida, y nos comunica su vida.

Feliz Navidad para toda la Comunidad Parroquial de Santa Rosa y sus familias

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario