Is 50,4-7 «No retiré mi rostro de los que me injuriaban»
Fil 2,6-11 «Se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo»
Lc 19,28-40 “Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor” (Procesión)
Lc 22,14-23,56 «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Pasión)
Evangelio
Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén. Cuando se acercó a Betfagé y Betania, al pie del monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: «¿Por qué lo desatan?», respondan: «El Señor lo necesita.»
Los enviados partieron y encontraron todo como él les había dicho. Cuando desataron el asno, sus dueños les dijeron: «¿Por qué lo desatan? Y ellos respondieron: «El Señor lo necesita.»
Luego llevaron el asno adonde estaba Jesús y, poniendo sobre él sus mantos, lo hicieron montar. Mientras él avanzaba, la gente extendía sus mantos sobre el camino.
Cuando Jesús se acercaba a la pendiente del monte de los Olivos, todos los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios en alta voz, por todos los milagros que habían visto. Y decían: «¡Bendito sea el Rey que viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!» Algunos fariseos que se encontraban entre la multitud le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos.» Pero él respondió: «Les aseguro que, si ellos callan, gritarán las piedras.»
Comentario
El ultimo viaje
Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén, nos dice el relato de San Lucas, con una intención explícita. Subir a Jerusalén era viajar hacia su pasión y muerte. Ingresa a la ciudad santa con un asno, animal pobre, humilde, pero fuerte. Es como un anticipo de los rasgos que tendrá el Señor al enfrentar libremente, y por puro amor, su tremendo sufrimiento. Este animal de carga, nos hace pensar que, ahora el Señor es el que va a llevar otra carga, la de nuestros pecados, arrastrando el peso de la cruz.
Jesús, sin buscarlo, lo aclaman como Mesías Rey, recordando las gloriosas gestas de David, extendiendo sus mantos, y avivando con ramos, al que pensaban, iba a librarlos de la opresión romana. Pero su mensaje, y su misión tenían otra meta, otra finalidad. El Señor quería rescatar a la humanidad de la raíz, de la causa de todos los males, el propio pecado, que se manifestará abiertamente en su vía crucis, encarnado en personas, con nombres propios.
Este breve viaje, la subida, nos pone en tensión, hacia la otra subida, que concluirá en el monte de la calavera, o Gólgota, subiendo al trono de la cruz, para reinar, con la corona de espinas, sobre la muerte, y el pecado, extendiendo sus brazos y su cuerpo, hacia los cuatro puntos cardinales para mostrar que en El, se cumplen y concluyen todas las profecías del Antiguo Testamento, al reconciliar a la humanidad con Dios y a los hombres entre sí.
Procesión, pasión y resurrección, son los tres momentos fundamentales de los últimos días de Jesús, en la tierra. Pero el viaje más fuerte y difícil es el viaje hacia el interior de su propia Jerusalén, su propia alma, asumiendo todas las afrentas, traiciones, desprecios, humillaciones, y toda clase de sufrimientos, “por nosotros y nuestra salvación”
Los ramos de un día
La Iglesia, quiere celebrar, en el comienzo de la Semana Santa, el episodio de la entrada de Jesús en Jerusalén, con la liturgia de la palabra y la bendición de los ramos, que habitualmente se hace fuera del templo, para ingresar en procesión a la santa misa.
Más importante que los ramos de este domingo, es el domingo de ramos, porque uno puede ir a buscar los ramos de un día y no seguir a Jesús en la Iglesia y en la vida. Los ramos nos recuerdan, como un sacramental, la alegría de reconocerlo y el compromiso de ser sus verdaderos y auténticos discípulos. Es por eso que lo llevamos y tenemos.
Aunque la gente no haya sido toda la misma ese día, que la del viernes santo, cuando pidan la crucifixión, después de gritar hosanna; es cierto, que podemos cambiar muchas veces las verdades de la vida, por la presión del ambiente, las mentiras de algunos agitadores, la manipulación de la información mediática, la fuerza de los gritos, y la violencia de los hechos.
El contraste ocurrido en pocos días, es increíble. La alegría, los ramos, los mantos, los glorias al rey, de esa multitud, cambiaran, por el llanto, las espinas, la desnudez, los crucifícale, de un pueblo, que se olvido de los milagros, de las enseñanzas, de los signos, y del testimonio de su Señor.
Necesitamos pedirle al Señor, el don de la constancia, porque es fácil seguirle en tiempo de bonanza y prosperidad, difícil en tiempo de tormentas y adversidad.
La pasión de Jesús, no debería llevar a la pasión por Jesús, con palabras y obras.
Semana Santa 2010
En estos días es muy fácil, quedarnos con lo exterior de esta semana, publicitado por la realidad del mundo actual. Nos podemos preocupar solo de la merluza o el pescado que se coma el viernes de abstinencia, el lugar donde pasar estos días feriados, el costo de los huevos de pascua y la rosca, o que familiar venga a visitarnos o que visitemos.
La semana Santa, no es la semana de la dulzura, de la amistad, o de la moda, es una semana Santa, porque nuestro Jesús, nuestro Dios y Señor, el tres veces santo, se entregó por nosotros, por ti y por mí, para santificarnos. Es una semana para dar un pasito en la santidad, acercándonos a Dios, a la confesión, a la oración, a la contemplación de los misterios, a los signos educativos de la liturgia.
Toda esta vivencia intensiva, concluyendo la cuaresma, el lavatorio de los pies, la misa de la cena del Señor, la visita a las siete Iglesias, los Vías Crucis vivientes, la adoración de la cruz, la vigilia pascual, la riqueza de los textos bíblicos, la ornamentación de los templos, y demás cosas, nos invitan a acercarnos y sentirnos atraídos por estos días de oración, perdón, penitencia y misericordia.
Al escuchar el relato de la pasión del día viernes, nos puede emocionar, o quizás conmover las palabras del sacerdote en la homilía. Pero pasaría solo de un mero sentimiento sino no nos lleva a un propósito concreto.
La pasión, película excelente y muy fuerte a nuestra sensibilidad, nos impresiona. Por un lado, la crueldad y maldad de los hombres de ese tiempo, junto la figura acechante del demonio, y por otro, el heroísmo amoroso de Jesús, y la de algunos valientes personajes, que permanecieron fieles hasta la cruz, como María, María Magdalena, Juan, la Verónica y otros. Pero no podemos ocultar que también en nuestro corazón, pueden estar presentes las actitudes de otros personajes de la pasión; la negación de Pedro, la traición de Judas, la cobardía de Pilato, la sensualidad de Herodes, la burla de los soldados, el desprecio de las autoridades, los insultos del mal ladrón, la ironía de barrabas, y tantos otros.
La pasión en Jesús, termino, pero continua en nosotros, hasta completar su obra. Por eso hoy se puede hablar de una pasión social, por los legítimos reclamos diferidos o no escuchados, una pasión moral, ante los desprecios, humillaciones, y calumnias que sufren tantos buenos cristianos, y una pasión eclesial, ante el clima de persecución y desprestigio, que embarran tanto, especialmente la figura del Papa y de tantos buenos obispos y sacerdotes.
Pero creemos, que no hay pasión y muerte, sin victoria y resurrección. Por eso la pascua se aproxima y no podemos dejar pasar este viaje, ese día y esta semana, sin dar ese paso, que tanto espera Dios de ti, la gente de vos, y tú mismo. Nos vemos el próximo domingo de pascua, espero que ya resucitado.
Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario