Domingo 12° del Tiempo durante el año. Ciclo A. Domingo 21 de Junio. Dia del Padre

Domingo 12º durante el año. Ciclo A. domingo 21 de julio de 2020. Dia del Padre

Jer 20, 10-13            “Canten al Señor, alaben al Señor, porque El libro la vida del indigente“

Rom 5, 12-15            “Por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte”

Mt 10, 26-33             “No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma”

Evangelio

Jesús dijo a sus apóstoles

No teman a los hombres. No hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día, y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas

No temas a los que matan el cuerpo, pero pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo al infierno.

¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No temas entonces, porque valen más que muchos pájaros.

Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo los reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres

Comentario

No teman

            No teman: Esta expresión del Señor aparece tres veces en el pasaje del Evangelio de este domingo 12° del tiempo durante año, que se refieren a distintas realidades. No teman a los hombres: es decir no teman predicar anunciar el evangelio, proclamarlo, repetirlo. Dios es amor y el aleja el temor. Por eso esta invitación y esta urgencia es un fuerte llamado a la confianza en el poder de la palabra y en la fuerza de su gracia, que actúa y transforma, cuando dejamos seducir y conquistar el corazón, reconociendo su presencia constantes.

No teman a los que matan el cuerpo. Sabiendo que la corporeidad es un don de Dios que hay que cuidar, es también muy cierto que tantos ejemplos de santos y santos, hombres y mujeres cristianos, han dejado el cuerpo en esta vida por un bien mayor, un gran ideal, una meta alta, un don supremo, ofrecido a nuestro Señor Jesucristo. Tenemos como testimonio el del mismo Jesús, que sufrió persecución, ultrajes, humillaciones, hasta llegar a su pasión y muerte. También el ejemplo de tantos cristianos de nuestro siglo, que a imitación de su Señor y amigo, entregaran su cuerpo y su alma por la Iglesia y la salvación de los pecadores.

Pero el Señor aclara a quien hay que temer; Teman al que puede arrojar el alma y cuerpo al infierno. Ese si hay que temer y defender, que no roben o nos dejemos robar la gracia de Dios en nuestra alma, el gran tesoro del corazón, su amor radiante en la vida. El pecado mortal es el gran mal que hay que renunciar y rechazar con la gracia de Dios. Los pecados son los grandes males que están presenten en este mundo. Antes morir que pecar, fue el lema y el grito de tantos santos.

Dice el libro camino: Nada hay mejor en el mundo que estar en gracia de Dios (N° 286. San Josemaría Escrivá de Balaguer). En el mismo libro el autor trae otra sentencia muy real: No olvides, hijo, que para ti en la tierra sólo hay un mal, que habrás de temer, y evitar con la gracia divina. El pecado. (N°386

Cuanto valemos

Somos preciosos a los ojos de Dios, somos amados por él. Fuimos creados a su imagen y semejanza. Que dignidad tenemos.  ¡Cuánto valemos! Valemos toda la sangre de Cristo que me amó y se entregó por mí. Lo dice el evangelio al contemplar el cuidado de Dios por la creación: “Valen más que muchos pájaros”

En este tiempo de pandemia mundial, sabemos que por las rendijas del alma puede entrar el miedo que invade y paraliza a muchas personas. También reconocemos que una cosa es tener miedo como algo natural, fruto del instinto de conservación de la vida, y otra cosa es ser miedoso. Hay una realidad en la vida que son los temores como el pánico, las fobias, las ansiedades, que exigen tratamiento y sanación. Pero el Señor nos ofrece un remedio que aparece en este evangelio, para sobrellevar, vencer y ofrecer los miedos que puedan aparecer: es la confianza en Dios, creer en su providencia y en el amor del Padre Celestial. Este el gran remedio.

Es el que tuvo el profeta Jeremías, como dice la primera lectura, ante las denuncias, los ataques, las persecuciones que sufrió: El Señor está conmigo como un guerrero temible…y mis perseguidores no podrán prevalecer…porque a ti he encomendado mi causa

El salmo 68 de este domingo es una hermosa respuesta, a la vivencia del profeta y de todos aquellos que puedan pasar por situaciones similares: “Por ti he soportado afrentas… caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian. Pero mi oración sube hasta ti, Señor, en el momento favorable, respóndeme Dios mío, por tu gran amor, sálvame por tu fidelidad”

Al que me reconozca

Dice el evangelio, que al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi padre que está en el cielo. No siempre es fácil reconocer a Jesús. Nuestros miedos, nuestras vergüenzas, nuestros respetos humanos o falsas prudencias pueden detener o esconder nuestra fe cuando se nos pida cuenta de ella o cuando tenemos que defender a la Iglesia y su doctrina, o aspectos de la vida de Jesús. Como se dice vulgarmente hay que poner la cara. Y para esto hay que estar preparado y animado. Hay jóvenes que no temen defender la vida contra el aborto sin violencias pero con argumentos, o manifestar su postura ante la ideología de género o las relaciones prematrimoniales por decir algunos temas entre tantos. Hay que prepararse y animarse, pidiendo la fuerza al Espíritu Santo, recurrir a la oración, al consejo, a la participación en grupo de estudios o de intercesión. Hay muchos testimonios sencillos y cotidianos. Me contó un muchacho algo muy lindo. En su trabajo de albañil tenia a un amigo que era de otra confesión cristiana que a veces lo atacaba en su fe y él se dio cuenta que después de tratar de aclarar y discutir no llegaba a nada. Hablo con el sacerdote y le dijo que no era ese el camino, sino primero que rezara y que diera testimonio tranquilo de su fe. Así lo hizo. Todo calmo ese día. Le dice, habiendo terminado el trabajo: Nos vemos mañana porque ahora yo voy a misa y a rezar. Si queres me acompañas. Sorprendido, su amigo se animó y fue. Al llegar lo presento al sacerdote, y después de un momento pidió hablar con él. La sorpresa que Dios da,  es que estuvo un buen rato charlando con el Padre y logrando confesarse. Luego participo de la misa y comulgaron juntos. Miren que lindo ejemplo simple de vivir la fe, confesando a Jesús en las cosas cotidianas

El Señor nos anima a no tener miedo. En este mes del Sagrado Corazón de Jesús, acudamos a esa hermosa jaculatoria, para repetirla muchas veces. Sagrado Corazón de Jesús en vos confió. Y quiero terminar esta breve homilía con una anécdota tomada del rito de los indios cherokee sobre la preparación de los jóvenes a la madurez, muy instructiva, para no temer.

Cuando el niño de los Cherokee llega a la pubertad ha de pasar una prueba para ser integrado a la tribu como “adulto”. Su padre le lleva al bosque, con los ojos vendados y le deja solo sentado en un tronco. Él tiene la obligación de estar así toda la noche y no quitarse la venda hasta que los rayos del sol le den en el rostro. Él no puede pedir auxilio a nadie. Una vez que sobrevive la noche, ya es un hombre. Él no puede hablar a los otros muchachos acerca de esta experiencia, debido a que cada chico debe entrar en la juventud por su cuenta. El niño pasa la noche naturalmente aterrorizado. Oye toda clase de ruidos. Bestias salvajes que rondan a su alrededor. Quizás algún humano le puede hacer daño. Escucha el viento soplar y la hierba crujir; está sentado estoicamente en el tronco, sin quitarse la venda; ya que es la única manera en que podrá llegar a ser un hombre. Por último, después de una horrible noche, el sol aparece y al retirarse la venda, es entonces cuando lo primero que descubre es… a su padre sentado junto a él. Su padre ha velado toda la noche, para proteger a su hijo de todos los peligros. Así, nosotros tampoco estamos nunca solos. Aun cuando no lo sabemos, siempre hay alguien que está velando por nosotros: Es nuestro Padre Dios, que nos hizo sus hijos en el Bautismo

Por eso, confiemos en el Señor, no temamos, que él es nuestro Padre, Jesús nuestro amigo, el Espíritu Santo nuestro abogado y la Virgen nuestra Madre.

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario