Domingo 17°. Tiempo durante el año. Ciclo C. Domingo 24 de Julio de 2022

Domingo 17°. Tiempo durante el año. Ciclo C.  Domingo 24 de Julio de 2022

Gen 18,20-32                               «En atención a los diez, no la destruiré»
Col 2,12-14                                  «En el bautismo ustedes fueron sepultados en Cristo»
Lc 11,1-13                                    «Padre, santificado sea tu nombre»

Evangelio

Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo entonces: «Cuando oren, digan:
Padre, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino,
danos cada día nuestro pan cotidiano;
perdona nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos
a aquellos que nos ofenden;
y no nos dejes caer en la tentación».
Jesús agregó: «Supongamos que algunos de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: «Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle,» y desde adentro él le responde: «No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos».
Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario. También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente?¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡Cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!»

Comentario

En la escuela de los grandes orantes 

Jacques Loew, sacerdote dominico, escribió en 1969 un famoso libro que llevaba por titulo: “en la escuela de los grandes orantes”. Describe en su obra a los grandes maestros de oración que aparecen en la Biblia. Uno de ellos es Abraham, que es  el protagonista de la primera lectura, y en donde, como un justo intercesor, pide a Dios, clemencia ante los pecados de Sodoma y Gomorra. Abraham, como hombre y amigo de Dios, consigue la benevolencia de su Señor, que aunque hubiera solo diez justos no destruiría esas ciudades pecadoras.

El evangelio presenta también a Juan el Bautista, como modelo de orante. Lo reconoce uno de sus discípulos, que seguramente antes lo había sido El, sin mencionarse su nombre.

La novedad la presenta Jesús, el verdadero y único maestro de oración, cuando los discípulos, atraídos por su testimonio de orante, y por su forma de intimar con su padre, le enseñe la más hermosa, simple y sencilla oración: El padre Nuestro, que San Lucas resume en menos peticiones, de las siete que trae San Mateo.

Jesús oraba frecuentemente, en distintos momentos y lugares, en distintas ocasiones y circunstancias. Los discípulos, quieren aprender de El. Una forma de enseñar es a través del ejemplo. Cuestionados por su modo de oración, el Señor ante la petición de los discípulos; enséñanos a orar, no les da un método, unas posturas, sino el que decir en la oración y el como decirlo.

 El Padre Nuestro 

Lo más importante de esta oración, conocida como la oración del Señor, la oración dominical, la mejor oración vocal, es la primera palabra: Padre.

El Señor, quiere que traten, como El a su Padre, con confianza. Aprender a rezar, quiere decir aprender quien es el Padre, dice el Papa San Juan Pablo II. Jesús trato a si a su Padre, llamándolo: Abba: Padre, si es posible que se aleje este cáliz… Padre en tus manos…

Otro dato de confianza es el uso del Tú, que habla de cercanía, y de amistad. Tu nombre, Tu reino. No lo tratamos de usted, como a veces oímos en algunas culturas que se trata a los padres propios. Santificado sea tu nombre, significa, alabado sea su nombre, conocido y bendecido por nosotros. Venga tu reino, es que Dios reine en el corazón del creyente por la gracia, la espera del Reino definitivo cuando vuelva Jesús, y el reino de santidad y justicia que se va construyendo como Iglesia cada día.

Otra consideración, es que este Padre es Padre de todos. No se dice padre mío, sino padre nuestro, aunque no lo trae San Lucas. La paternidad sobre la humanidad y sobre la Iglesia. Esto nos llena de consuelo y esperanza.

Una última apreciación es la inclusión del nosotros, nuestro pan, que es el pan del trabajo, el pan de la cultura, el pan de las cosas materiales, pero también el pan de la palabra, el pan de la eucaristía, el Pan propio, que es Jesús. Nuestros pecados, son aquellos que reconocemos, para alcanzar de Dios el perdón, y pedirle la capacidad de perdonar a los que nos ofendieron. Nuestras tentaciones, son para que nos ayude a salir de las pruebas, y no permitir las caídas graves. Pedimos la gracia de la vigilancia y la perseverancia final.

Como orar

El Señor, nos deja con que orar, que cosas decir, sino el como decirlas. Por eso trae dos parábolas: la del amigo inoportuno y la del padre y sus hijos. Nos habla de orar con insistencia, o perseverancia, orar con humildad y confianza.

Rezar con insistencia, pidiendo a Dios, golpeando la puerta de su corazón, como la del amigo inoportuno, la gracia del pan, de la ayuda, como un intercesor para los necesitados que vinieron a su casa. Se trata de rezar y hacer rezar. Se trata de rezar, y de rezar por otros y con otros.

Rezar con confianza y humildad, recordando que tenemos un Padre, que escucha la oración aunque a veces no nos da lo que pedimos sino, mucho mas que un buen padre, sino lo que nos conviene. A veces podemos pedir, piedras, serpientes, escorpiones, es decir cosas malas, nocivas, peligrosas, y Dios esto por supuesto no lo dará. El esta dispuesto a darnos a su Hijo, y al Espíritu Santo, como dice el evangelio. El nos dará cosas buenas para nuestra vida y nuestra salvación, aunque no siempre comprendamos.

A veces Dios nos da las cosas para hoy, a veces para mas tarde y otras veces no da algo distinto. San Agustín tiene una reflexión muy buena sobre nuestras peticiones:

Nuestra oración no siempre es atendida porque pedimos «aut mali, aut male, aut mala«. «Mali«: porque somos malos; «Male«: porque pedimos mal, sin constancia y sin fe; «Mala«: porque pedimos cosas malas, que no nos convienen, y Dios, como un buen padre a un hijo inconsciente, no las otorga.

Hoy también necesitamos orar, pedirle a Jesús que nos enseñe a orar, nos ayude, porque es siempre esta intercediendo por nosotros. Podemos pedirle a los sacerdotes: Padre enséñanos a orar. La oración se aprende comenzando orando. En un mundo lleno de palabras, falta oración, comunión, comunicación, hablar con Dios de corazón, que eso es oración. No solo tener oraciones sino tener oración.  Es la meta diaria y el grato desafío.

Oración: Jesús, tu vida fue una vida de oración. Tu ejemplo nos compromete y nos anima a orar. La oración es la palanca que va moviendo la fe en el mundo. Unidos al Padre, con Jesús y la fuerza del Espíritu Santo, sea un intercesor ante los hombres, y solidarios con ellos.

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario