Domingo 17°. Tiempo durante el año. Ciclo B. Domingo 25 de julio de 2021

Domingo 17º Tiempo durante el año. Ciclo B. domingo 25 de Julio de 2021

2º Re 4, 42-44                                 “Comerán y sobrará”

Ef 4, 1-6                                            “Un solo Cuerpo, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo”

Jn 6, 1-15                                         “Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó”

Evangelio

Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.

Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: « ¿Dónde compraremos pan para darles de comer?»

Él decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan».

Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿Qué es esto para tanta gente?»

Jesús le respondió: «Háganlos sentar».

Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.

Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada».

Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: «Éste es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo». Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.

Comentario

Introducción

Durante este año litúrgico, en los evangelios de las misas dominicales, corresponde leer el evangelio de San Marcos, Ciclo B. Como es el evangelio más breve de los cuatro, con solo 16 capítulos, la Iglesia va a incluir, durante cinco domingos, el capítulo 6 de San Juan, conocido como el discurso del pan de vida, para completar el ciclo de este evangelista que se verá interrumpido cuando prosiga el tiempo durante el año. Esto tiene una lógica. El domingo anterior, el texto hablaba del regreso de los discípulos de la misión y la invitación de Jesús a descansar un poco, para luego volver a anunciar la palabra a la multitud, que estaban como ovejas sin pastor. Inmediatamente sigue el milagro de la primera multiplicación de los panes (Mc 6, 35-44) que correspondía leer en este día, pero que da pie a la intención de los liturgistas de ampliarlo con el pasaje Joánico.

El milagro de lo poco

Jesús se encuentra en la ciudad portuaria de Cafarnaúm, en la zona costera del lago de Galilea o Tiberíades. La multitud tiene hambre de orientación y de curación y por eso lo sigue. Al subirse a una montaña, por la gran cantidad de gente, se sienta para observar a la multitud y hace una pregunta desafiante, para poner a prueba a los discípulos y ver la capacidad de resolver una situación. En este caso el hambre de pan o alimentos. Ante la sorpresa de la pregunta Felipe responde que solo hay 200 denarios, poco dinero, y Andrés, consiguió de un niño cinco panes de cebada y dos pescados, algo insignificante ante cinco mil hombres. Se encuentra los apóstoles ante una situación de impotencia y de imposibilidad. Igualmente Jesús, cuenta con la buena intención y la búsqueda de recursos para realizar el milagro, que solo Él puede hacer, pero quiso la colaboración de sus discípulos.

En la primera lectura también se registra un milagro similar a través del profeta Eliseo, cuando

con veinte panes de cebada, da de comer a cien personas ante la incredulidad del hombre de Baal Salisá. La promesa del Señor se cumple: Comerán y sobrará.

En ambos casos, la intención de Dios es satisfacer el hambre de la gente, preocuparse no solo del aspecto espiritual sino también material, pero con el poco aporte de los hombres.

Por eso el dicho popular que cae bien en este texto: ayúdate, que Dios te ayudará, o el otro: a Dios rogando pero con el mazo dando. Remata este San Agustín:

“Dios no manda imposibles, sino que al mandar avisa que hagas lo que puedas, y pidas lo que no puedas, y ayuda para que puedas”. (Sobre la naturaleza y la gracia, 43)

Siempre algo se puede hacer, ante una situación difícil, no por el camino fácil y sin consideración de despedir a la gente, como pensaban los apóstoles, sino buscando recursos, aportes, para ponerlo en las manos de Jesús, solo el puede multiplicar lo que nosotros podemos sumar.

Compartir los dones de Dios

Las manos providentes de Dios, son manos generosas para sus hijos de este mundo, que muchas veces, guiados por el egoísmo desperdiciamos, acaparamos y derrochamos sus dones. Dice maravillosamente la antífona del Salmo 144:

“Abres tu mano, Señor y nos sacias con tus bienes”

Para solucionar el hambre en el mundo hay un camino que podemos decir político de distribución justa de riquezas y apertura de trabajo, pero también un camino espiritual o interior, que es la avaricia o el derroche, y esto pasa por la conversión del corazón.

Los gestos que realiza Jesús en el primer milagro de la multiplicación de los panes, son un anticipo y anuncio del otro gran milagro, el de la última cena pascual, que insinúa adrede el texto Joánico, al decir que se acercaba la pascua, cuando convierta el pan en su cuerpo y el vino en su sangre. Podemos pensar que el pan eucarístico nos facilita y prepara para compartir el otro pan con los demás, el de la palabra, y el de la generosidad. No se trata de dar lo que sobra o como limosna lo que corresponde en justicia, sino dar hasta que duela, en expresión de la Beata Teresa de Calcuta, y aquí todos tenemos un punto de examen.

El padre Raniero Cantalamessa hace también una reflexión sobre este punto interesante:

Nosotros vivimos en una sociedad donde el derroche es habitual
El derroche más escandaloso sucede en el sector de la alimentación. Una investigación del Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos revela que una cuarta parte de los productos alimentarios acaba cada día en la basura, por no hablar de lo que se destruye deliberadamente antes de que llegue al mercado. Jesús no dijo aquel día: «Destruid los trozos sobrantes para que el precio del pan y del pescado no baje en el mercado». Pero es lo que precisamente se hace hoy.

Bajo el efecto de una publicidad machacona, «gastar, no ahorrar» es actualmente la contraseña en la economía. Cierto: no basta con ahorrar. El ahorro debe permitir a los individuos y a las sociedades de los países ricos ser más generosos en la ayuda a los países pobres. Si no, es avaricia más que ahorro.

San Pablo completa esta idea de la generosidad de compartir los dones de Dios, con el sentido de que somos Iglesia, miembros de un cuerpo, que no podemos desentendernos de los demás, porque tenemos un mismo Padre de los cielos.

“Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos”

Señor, ayúdanos a que esta Palabra toque nuestros corazones y nos ayude a compartir más

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario

Comentario alternativo

Jesús en el evangelio del domingo anterior, se preocupó del cansancio de los apóstoles, y de la desorientación de la multitud, como ovejas sin pastor, enseñándoles largo rato.

Hoy ante la multitud, se preocupa del hambre de la gente, que hace partícipes también a los apóstoles. Quiero detenerme en detalles pequeños, que muestran la fina caridad del Señor.

Háganlos sentar: no permite que la multitud se quede parada y cansada, sino sobre el verde pastizal, seguro en tiempo de primavera, los hace sentar a todos. Este detalle de cariño de Jesús nos hace pensar cuanta gente innecesariamente está esperando algo en el frio de una cola, o en la incomodidad de un lugar, sin atención y sin respuestas.

Tomó los panes: El Señor toma los panes y los peces que le trajeron no los desperdicia, los utiliza, reconoce el recurso humano y el esfuerzo de conseguirlo, especialmente porque es un niño. Pero necesitaba el Señor la colaboración de estos pobres dones, para hacer el milagro. Con lo poco nuestro cargado de fe, Dios hará lo demás.

Dio gracias: Da gracias por esos dones de Dios. Es un motivo para agradecer también los alimentos en nuestras comidas, y especialmente la Eucaristía. La misa no es solo para recibir sino para agradecer las gracias y bendiciones del Señor

Lo dio a los que estaban sentados: Al darlo a los que estaban sentados, manifiesta que en un clima de serenidad y orden distribuye los panes multiplicados. Con violencia y desorden no se consigue nada

Todos quedaron satisfechos: El milagro sació a todos, sin excepción; Jesús fue prodigo con la multitud, no mezquino, como un signo de la abundancia de los tiempos mesiánicos. Dios es nuestro verdadero alimento que calma el hambre del hombre.

Recojan los pedazos que sobran: No desperdiciar los dones de Dios, no derrocharlos, guardarlos como hizo Jesús para los propios apóstoles. Jesús ve con este milagro, el hambre del mundo y el derroche del mundo. Tanto el hambre como el derroche son un pecado social no querido por Dios

Se retiro otra vez a la montaña: Jesús busca momentos de oración luego de tanta actividad. No busca ni el aplauso ni el protagonismo. Para Dios la gloria, para nosotros su don, para los hermanos caridad

Aunque no podamos multiplicar los panes, solo Jesús puede hacerlo, si podemos multiplicar la caridad, la generosidad, la creatividad. Que el Evangelio no anime a más

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima