Domingo 13°. Ciclo C. Domingo 26 de Junio de 2022 (Memoria de San Josemaría Escrivá de Balaguer-1975)

Domingo 13°. Ciclo C. Domingo 26 de junio de 2022 (M. L. de San Josemaría Escrivá de Balaguer -1975)

1 Re 19,16b.19-21                                      «Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo»
Gal. 5,1.13-18                                             «Para vivir la libertad, Cristo nos ha liberado»
Luc 9,51-62                                                «El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza»

Evangelio

Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de Él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?» Pero Él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo. Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: « ¡Te seguiré adonde vayas!» Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza». Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».

Comentario

La vida como un viaje

          Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén”. En este trayecto, o camino, la meta era llegar a la ciudad santa, donde se desarrollaran los últimos acontecimientos del Señor, su pasión, muerte y resurrección, es decir su misterio pascual. Deberá pasar por tierra de samaritanos, pueblo enemistado con los judíos, que no acogen a sus mensajeros Santiago y Juan. Serán reprendidos por el Jesús, debido a sus deseos de venganza y de muerte.

En esta peregrinación, el Señor se encontrará con algunos candidatos al discipulado, que pretenden seguirlo. Jesús les hablara con franqueza, mostrando las dificultades que tendrán como discípulos.

Nuestra vida, también puede compararse con un largo viaje, que puede convertirse en un santo viaje, asumido con Dios, como guía seguro. Aparecerán dificultades, impedimentos, tentaciones, aflojamientos, deseos de eliminar a los molestos y violentos, y otras sorpresas que suscitara la vida.

Lo importante es que Jesús, es el camino, y la meta. El nos espera en la Jerusalén celestial, y nos ayuda a caminar, y hacer caminos, abriendo esperanzas, sin mirar atrás, avanzando hacia adelante, con los pies en esta tierra. Esto es ser discípulo y hacer discípulos. No se trata de ir solos por el camino de la fe cristiana,  sino de atraer a otros al seguimiento, para compartir la dicha y la gracia de tener a un Dios que nos ama y nos plenifica.

Los tres candidatos

          Podemos pensar que eran jóvenes, los tres que querían unirse al grupo de los apóstoles y discípulos, motivados por la novedad de la personalidad de Señor, por sus signos y palabras. Creemos que ninguno se animo a las exigencias del divino caminante y se quedaron los tres en el camino, con sus cosas, con su vida y con sus proyectos.

Dos de ellos se ofrecen: “te seguiré adonde vayas, y te seguiré Señor, pero…”  La respuesta del Señor, es que el Reino no puede esperar, ni dilatarse la llamada. Solo el entusiasmo del primero y las condiciones o peros del otro, no alcanzan para completar el curriculum de los candidatos. El Señor no solo mira su ficha, sino que mira su corazón y sus disposiciones. Por eso puso en crisis sus propuestas, para evaluar realmente a los pretendientes al discipulado.

Es un método interesante, que el Señor ha manejado con otros aspirantes al ser discípulos. Así sucedió con el joven rico y con los que lo dejaron después de escuchar el discurso sobre el pan de vida. Sus palabras son exigentes, claras. Podemos decir: esto es para valientes y generosos. El no tener donde reclinar la cabeza es una alusión a lo imprevisible y la falta de seguridades del camino. Al constituirse en un misionero, desprendido  de todo aceptará también los signos de pobreza que aparecerán en la vida. Los peros, como una especie de condición para despedirse de los suyos, no permiten la disponibilidad para mirar hacia adelante, atado al arado del pasado y a la nostalgia de perder cosas materiales, poco comparables con la oferta del evangelio.

  Sígueme, dice ahora el Señor, al otro candidato. La petición de permitir enterrar al padre, no se refiere al hecho concreto de la sepultura, sino, como una especie de refrán, hace alusión, al querer estar hasta el momento de la muerte real del padre, algo que solo Dios sabe y que por lo tanto, alarga la respuesta. Por eso, el si tiene que ser ahora, y no atarse a un vinculo familiar, que impida una decisión madura.

Esto nos hace pensar en las vocaciones a la vida sacerdotal, religiosa, consagrada o también laical. No es que falten vocaciones, faltan respuestas. Dios siempre esta buscando, llamando. Algunos escuchan, otros hacen esperar. El riesgo del compromiso pesa mucho en algunos para decidirse. ¿Me identifico con alguno de los candidatos? ¿Estoy dispuesto al seguimiento del Señor?

La hora de la decisión

Estamos viviendo una realidad cultural, en la que muchos le tienen miedo al compromiso, a los valores permanentes, al casamiento para siempre. Se duda que esto pueda ser posible. Ante este relativismo, donde no hay verdad, sino opiniones valederas de cada uno, y ante este liberalismo, donde se exalta la libertad caprichosa de las mentes, sin verdad y equidad, los católicos estamos llamados a volver a refundar no solo la patria, sino nuestro catolicismo. La razón es que algunos lo han fundido, o sepultado, con otra mentalidad pagana, y dejo de brillar y ser auténtico. Ante esta falta de identidad, y pertenencia cristiana y eclesial, el camino es volver a elegir al Señor, volver al seguimiento, volver a la identificación e imitación de Jesús. Se trata de volver a enamorase de Dios. Un amor exclusivo y no excluyente de otros amores legítimos y sanos. Un amor abarcativo y plenificante, que como el Rey Midas, lo que tocaba lo transformaba en oro, ahora lo que el católico convencido y convincente toca, lo transforma en cristiano.

Decía muy bien el famoso padre Jorge Loring, sacerdote Jesuita (+ 25/12/2013 a los 92 años):

Cristo nos pide una entrega total. Un seguimiento comprometido y consecuente. Hoy está de moda un catolicismo diluido. No conozco ningún español que quiera ser mahometano o budista. Todos se consideran católicos, pero a su modo.
Algunos dicen: «Soy católico, pero no practico». Esto es tan absurdo como decir: «Soy futbolista; pero jamás le he dado una patada a una pelota». O soy escritor; pero jamás he escrito ni una línea». Cristo exige
un seguimiento consecuente. Otros quieren un seguimiento de Cristo condicionado. Queremos un cristianismo a nuestro gusto. Queremos eliminar del catolicismo lo que no nos gusta o nos cuesta trabajo hacer, o que suponga ir contracorriente de las modas actuales. Muchos jóvenes cristianos no quieren renunciar a la libertad sexual. Muchos casados aceptan el divorcio o el adulterio. Y muchos sacerdotes, para parecer modernos no hablan de lo que a la gente no les gusta oír; o aceptan ideas que están de moda aunque no estén de acuerdo con la doctrina cristiana. Hoy está de moda ser abierto y tolerante. Se puede ser tolerante con las personas, no con el error. Ser tolerante con el error es traicionar a la verdad.

        Aprovechemos para pensar en esto.

Oración final:

Jesús, divino caminante. En este viaje de la vida, tu presencia es cercana. Por la gracia estas en el corazón, por tu amor, en el Sagrario. Tú sostienes nuestros caminos, tú levantas nuestras caídas, tú alientas nuestros regresos, tú comprendes nuestros límites. Ayúdame a ser un católico valiente y decidido, vibrante y apostólico, discípulo y misionero, orante y caminante, dado y entregado, oyente y practicante.  Perdón por mis pecados, perdón por mis reacciones violentas, perdón por mis postergaciones, mis indecisiones, mis peros y tibiezas. Señor, anótame de nuevo como candidato al seguimiento. Con tu gracia, vuelvo a recomenzar. Amen

Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario